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viernes, 15 de noviembre de 2013

EL DESARROLLO ECONÓMICO EN LA ANTIGÜEDAD

El hombre apareció sobre la Tierra hace quizá dos millones de años, y durante aproximadamente sus 1.990.000 años se limitó a manejar  toscos utensilios hechos de madera, hueso y piedra con los que raspaba, cavaba y trituraba.                                                                    
En el transcurso de los milenios la lenta evolución biológica acompañó la también lenta evolución social y tecnológica. Las piedras se trabajaban para conseguir bordes afilados y lo mismo ocurrió con los extremos de los palos que se convirtieron en lanzas. Otros materiales como el hueso, el cuerno y el marfil se utilizaron para fabricar herramientas.                           
Hacia finales de la última glaciación, los hombres del final del Paleolítico habían alcanzado un estado relativamente avanzado de desarrollo tecnológico y probablemente también de desarrollo social. Ya hacía tiempo que utilizaban el fuego y al menos en Eurasia, América del Norte y Norte de África eran fundamentalmente cazadores carnívoros.                                          
La unidad de organización social era la tribu y eran nómadas. Se movían donde la caza se encontraba. Los quizá primitivos intercambios comerciales eran en forma de trueque.             
Las pinturas rupestres del norte español y del sudeste francés (aproximadamente datan de hace 20.000 años) nos dan una idea de su nivel cultural y son un reflejo de las actividades económicas y conceptos religiosos de sus creadores. Los temas más frecuentes son animales que cazaban e historias de caza. Dependiendo de los movimientos de la caza y el acierto o no en conseguirla, los hombres del Paleolítico estaban sujetos a ciclos recurrentes de hambre y comida abundante, de forma que, cuando no había comida sólo los más fuertes sobrevivían.                                                               
La retirada de los últimos glaciares continentales (hace unos 10.000 ó 12.000 años) supuso cambios geográficos y climáticos principalmente en Eurasia y América del Norte, y muchos mamíferos como el mamut y el rinoceronte lanudo se extinguieron. No sabemos si estos cambios influyeron en los importantes cambios tecnológicos que tuvieron lugar en el Cercano Oriente y en Oriente Medio, y que supusieron la Revolución del Neolítico. La piedra pulida y pulimentada sustituyó a las antiguas láminas y lascas, el hombre se hace sedentario al inventar la agricultura y la domesticación de los animales. Aunque no se sabe con exactitud el momento y el lugar en que se produjeron estos logros, se piensa que pudo empezar hacia el 8.000 a.C. en  los valles del Tigris y Éufrates. Lo que es seguro es que en el 6.000 a.C. la agricultura sedentaria de trigo y cebada, y el cuidado de cabras, ovejas, cerdos, y posiblemente vacas, estaba totalmente asentada en esta área y que desde esa zona se extendió gradualmente a Egipto, la India, China, Europa Occidental y otras partes. Las herramientas empleadas por los primeros agricultores eran extremadamente simples. La vida sedentaria de los poblados agrícolas permitió una mejor división del trabajo y llevó a la construcción de habitáculos hechos con ladrillos de barro secado al sol. La producción regular de cobre comenzó entre el 5.000 y el 4.000 a.C. y la de bronce (aleación de cobre y estaño) posteriormente. La división del trabajo y la evolución de nuevas técnicas como la metalurgia y la alfarería requerían alguna forma de intercambio o comercio. La costumbre establecía intercambios de bienes concretos entre comunidades muy próximas pero para conseguir metales de lugares lejanos se necesitaría alguna forma de intercambio organizado; no sabemos quiénes fueron los agentes comerciales, lo que sí sabemos es que tras el surgimiento de las ciudades – estado y los imperios, se organizaron expediciones comerciales y de saqueo.
Donde se difundió la agricultura neolítica la población aumentó. La agricultura llegó al valle del Nilo antes del 4.000 a.C. y al del Indo en el milenio siguiente. Hacia el 2.500 a.C., había penetrado en el valle de Danubio, el Mediterráneo occidental, el sur de Rusia y posiblemente China. La unidad básica de organización económica y social de las primeras comunidades agrícolas fue la aldea de labradores.                                                                                                                          
Hacia el 3.500 a.C. en la región entre los ríos Tigris y Éufrates se asentó la primera de las grandes civilizaciones que conocemos, la de Sumer y durante miles de años ejercieron su influencia sobre otras civilizaciones. La base económica de esta primera civilización era una agricultura altamente productiva basada en las inundaciones anuales de los ríos Tigris y Éufrates. Nuevamente la aparición de la civilización supuso mayor complejidad en la división del trabajo y en el sistema de organización económica. Nacieron nuevas profesiones. Los sumerios tuvieron que comerciar con otros pueblos ya que sólo disponían de su rico suelo, lo que ayudó a que se difundiese la cultura sumeria. La piedra importada compitió con el cobre importado resultando ser éste más económico y eficaz, y en lo sucesivo, la metalurgia fue uno de los distintivos de la civilización.
La mayor contribución de Sumer fue la invención de la escritura por necesidad económica. Se utilizaban sencillos pictogramas trazados en planchas de arcilla antes del 3.000 a.C, con las que los sacerdotes anotaban las recaudaciones de la producción que se obtenían como tributo.     En el año 2.800 a.C. los pictogramas se habían estilizado, convirtiéndose en el sistema uniforme de escritura, rasgo distintivo de la civilización mesopotámica. Aunque originariamente la escritura fue la respuesta a la necesidad de llevar registros administrativos, pronto se le descubrieron otros usos económicos, religiosos y literarios.
Las expediciones comerciales en busca de materias primas, especialmente metales, estimularon las incipientes civilizaciones de las que destacamos Egipto y el valle del Indo, que al igual que Mesopotamia  eran civilizaciones fluviales. Aunque del primitivo desarrollo de la civilización del valle del Indo se sabe poco, sí sabemos que Egipto a mediados del tercer milenio había alcanzado ya una cierta madurez en lo que respecta al gobierno, el arte, la religión y la economía y que permaneció casi inalterable hasta el principio de la era cristiana.
Podemos aventurar cuál fue la base económica, proezas militares, poder político y cómo era la existencia diaria y el nivel de vida de los hombres y mujeres sacando conclusiones del estudio de datos indirectos (especialmente arqueológicos). Las primeras ciudades-templo de Sumer tenían una estructura social claramente jerárquica. El 90% de la población (campesinos y trabajadores sin cualificar) vivían como siervos o esclavos y carecían de derechos, ni siquiera el de propiedad. La tierra pertenecía al templo, y los sacerdotes (los privilegiados) la administración. Más tarde, a principios del tercer milenio una clase guerrera mandada por reyes o jefes impuso su autoridad incluso por encima de los sacerdotes. En ningún lugar de la Antigüedad la propiedad privada constituyó la base legal de la sociedad o el imperio.                                                                                                                     
Cuando la proximidad de las ciudades-estado entre sí aumentó, las disputas por los límites y los derechos de riego fueron causa de conflicto, y el ansia de poder, de dominio y de grandeza no tardó en superar a las motivaciones puramente económicas. Sargón el Grande conquistó todo el mundo civilizado de su época (excepto Egipto).                                                         
Ambiciones similares movieron a otros conquistadores como Ciro de Persia, Alejandro Magno de Macedonia, Julio César y sus sucesores, los emperadores romanos, con lo que la base económica de éstos imperios de la Antigüedad residía en el botín y los impuestos y tributos que los conquistadores obtenían de los conquistadores y de las masas campesinas.
En términos de desarrollo tecnológico hubo pocos descubrimientos importantes aunque sí se mejoraron técnicas para aplicar a la agricultura y aumentar el rendimiento del suelo.
Los logros económicos de los imperios de la Antigüedad fueron considerables, ya que al establecer la ley y el orden en territorios cada vez mayores, se facilitó el crecimiento del comercio y con ello, la especialización regional y la división del trabajo. El ejemplo más notable de ello es el Imperio romano.
Los fenicios fueron el primer pueblo especializado en el comercio y la navegación. Llegaron al Mediterráneo proviniendo del Golfo Pérsico o del Mar Rojo y monopolizaron durante mucho tiempo el comercio con Egipto actuando como agentes de los faraones o de mercadores contratados. Los fenicios se organizaron políticamente en ciudades-estado autónomas y su actividad comercial les llevó a desarrollar el alfabeto que sustituyó a los jeroglíficos y a la escritura cuneiforme. Para fomentar el comercio y aliviar la presión demográfica establecieron colonias a lo largo de la costa del Norte de África, Mediterráneo Occidental, Sicilia, Cerdeña, Baleares y costa española. Una de estas colonias en el norte de África fue Cartago que posteriormente fundaría su propio imperio y lucharía con Roma por el dominio del Mediterráneo Occidental.
Otro pueblo que practicó el comercio marítimo a gran escala fue el griego.                                    
A mediados del siglo XVIII a.C. emprendieron la fundación masiva de colonias en el mar Negro y a lo largo de todo el Mediterráneo. El movimiento colonizador tuvo una importante función económica, ya que las nuevas ciudades se situaron en regiones fértiles con lo que abastecían de cereales y otros productos agrícolas a la ciudad madre, y ésta a su vez encontraba mercados o centros comerciales para sus productos manufacturados en las colonias. En ciudades como Atenas se concentraban actividades comerciales y financieras, facilitadas por una innovación de gran importancia económica: el dinero en moneda. La moneda simplificó las transacciones comerciales. Probablemente las primeras monedas fueron acuñadas por algún mercader o banquero emprendedor de una de las ciudades griegas de la costa, y pronto los gobiernos monopolizaron su acuñación. Las monedas más antiguas proceden del Asia Menor y son del siglo VII a.C. Las ciudades griegas se agotaron en guerras entre sí, pero su conquista por Alejandro Magno difundió la cultura griega por todo el Cercano y Medio Oriente.

El apogeo de la civilización clásica en su aspecto económico tuvo lugar durante los dos primeros siglos de la era cristiana, bajo el dominio de Roma, la cuál había absorbido la cultura helenística así como sus logros e instituciones económicas incluso antes de dominar el Mediterráneo. En su origen, los romanos eran agricultores y respetaban el derecho de propiedad. Aunque en su escala de valores el comercio no merecía su consideración, el derecho romano se fue modificando hasta permitir una considerable libertad de empresa, cuidada del cumplimiento de los contratos y hacía valer el derecho de propiedad.                                                              
El carácter urbano del Imperio romano fue posible por su alta desarrollada red comercial y la magnífica división del trabajo que la sustentaba. La mayor contribución de Roma al desarrollo económico fue la pax romana; el largo período de la paz permitió que el comercio se desarrollase en las condiciones más favorables, siendo el Mediterráneo la gran vía del tráfico comercial. Las calzadas romanas facilitaron las comunicaciones y el transporte de mercancía ligera. Ya antes de la muerte de Marco Aurelio una serie de problemas presagiaban del declive del imperio y de la economía sobre la que éste se asentaba. Entre ellos se encontraban las incursiones germánicas desde el norte y la gradual inflación monetaria. Éste último era  muy serio en el siglo III, ya que los gastos del erario excedían a sus ingresos. Diocleciano intentó terminar con la inflación a principios del siglo IV, controlando por decreto precios y salarios y reorganizando los sistemas burocrático y fiscal. Sus reformas y las de su sucesor Constantino, mantuvieron la estructura imperial durante algún tiempo, pero no acabaron con los problemas. Las invasiones y el pillaje de los bárbaros obstaculizaron el comercio, pero la ineficacia y la corrupción del propio gobierno seguramente causaron más problemas.                      
Los impuestos fueron cada vez más fuertes. Los campesinos abandonaron sus tierras y según decaía el comercio y menguaba la población por falta de víveres las grandes haciendas se iban volviendo más autosuficientes dotándose de forjas, talleres,...y reservándose su producción de alimentos. Sin embargo existe una razón aún más fundamental de las limitaciones y fracaso final de la economía clásica que transciende las causas inmediatas del ocaso de Roma: la falta de creatividad tecnológica. Tiene su lógica ya que la mayor parte del trabajo productivo lo realizaban esclavos o siervos campesinos que no habrían obtenido ningún beneficio mejorando la tecnología. Una sociedad basada en la esclavitud puede producir grandes obras de arte y literatura, pero no un crecimiento económico continuado.

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