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viernes, 15 de noviembre de 2013

EL DESARROLLO ECONÓMICO EN LA EUROPA MEDIEVAL

La agricultura constituyó en todas partes el sector más importante de la actividad económica hasta el comienzo de la era industrial en el siglo XIX.
Mientras que desde las ciudades-estado sumerias de la Antigüedad hasta el Imperio romano fueron las instituciones urbanas las que determinaron el carácter de la sociedad y la economía, en la Europa medieval fueron las instituciones agrarias y rurales las que llevaron la voz cantante. Tras la caída del imperio romano, las tribus bárbaras, continuaron sembrando la destrucción. Para hacer frente a estas amenazas, los reyes francos idearon un sistema de relaciones políticas y militares (feudalismo) que injertaron en el sistema económico en desarrollo. A los grandes guerreros (señores y caballeros), a cambio de sus servicios militares, se les otorgó las rentas de grandes haciendas confiscadas a la Iglesia y se les encargó de mantener el orden y administrar justicia en sus tierras. Los grandes nobles poseían mucha tierra que abarcaban varias aldeas, y concedieron algunas de éstas a señores o caballeros de inferior categoría (vasallos) a cambio de un juramento de homenaje y fidelidad similar al que el rey recibía de ellos.                                                                                                                              
Sustentando el sistema feudal estaba la forma de organización económica y social basada en el manor. Como unidad administrativa y de organización, el manor consistía en tierra, edificios y la gente que cultivaba aquélla y habitaba éstos. Desde un punto de vista legal se dividía en el demesne (dominio) del señor, la tierra de los campesinos y la tierra común. Catedrales y monasterios tenían sus propios manors.
 La población rural se dividía en tres categorías: los señores que proporcionaban protección y mantenían el orden, peleaban, los clérigos que cuidaban del bienestar espiritual de la sociedad (rezaban) y los campesinos que trabajaban para mantener a las dos órdenes superiores.
La organización del trabajo en el manor daba poca oportunidad para la iniciativa individual. Arar, segar y cosechar eran actividades en las que participaban todos los habitantes del pueblo. El ganado servía como animales de tiro: bueyes, caballos, asnos y mulas dependiendo del lugar geográfico. La mayoría de los campesinos se veían obligados a trabajar en el demesne del señor con preferencia incluso sobre su trabajo en sus propias parcelas y además de estos servicios de trabajo tenían otros deberes, pagos…También tenían que pagar el diezmo a la Iglesia, y a veces tributos al rey. El sistema manorial se desarrolló gradualmente a lo largo de varios siglos, y durante este período hubo incertidumbre política, violencia, técnicas de producción primitivas y el ocaso de la actividad comercial y la especialización laboral. A pesar de ello se conservó la estabilidad social.
La innovación más importante en la agricultura medieval fue la sustitución de la rotación de dos hojas de la agricultura clásica mediterránea por la de tres hojas. Esta innovación va unida a la introducción del arado de ruedas y el uso del caballo como animal de tiro. La rotación de tres hojas tenían ventajas: la principal era el aumento de la productividad del suelo y disponer de mas tierra de cultivo que podía introducir mayor variedad de plantas con el consiguiente efecto favorable sobre la nutrición. Las mejoras en la metalurgia también ayudaron. La introducción de nuevos cultivos o la especialización de la producción eran incentivos a los que los agricultores respondieron, lo que produjo rentas en aumento y canales de producción y distribución más sofisticados, es decir, desarrollo económico. Su prueba más evidente fue el crecimiento demográfico que llevó al ascenso de las ciudades  y la expansión física de la civilización europea.
Se calcula que alrededor del año 1000 la población medieval de la Europa Occidental era de 12 a 15 millones de personas, mientras que en la Europa Oriental y cristiana (dejando aparte el Imperio bizantino) era de 18 a 20.                                                                                                               
A principios de siglo XIV la población de Europa Occidental estaba probablemente entre 40 y 50 millones, y la de todo el continente entre 60 y 70 millones. ¿Cuál fue la mecánica de este aumento de población?                                                                                                                                       
La explicación más probable es que se debiera a una alimentación más nutritiva al disponer la población de mayor producción de víveres y ser éstos más variados. Otros factores a tener en cuenta, era la mayor seguridad con la que se vivía (menos guerras y pillajes) y la mejora de los hábitos sanitarios (mayor uso de jabón a partir del siglo XVIII).                                                               
En lo referente a la distribución de la población y a qué tipo de actividades de dedicó, se sabe que hubo un notable aumento de la población urbana, aunque la mayor parte siguió dedicándose a la agricultura, distribuyéndose de tres maneras:                                                          
1) Aumentó la densidad media de los asentamientos existentes: se desbrozaron terrenos próximos a los ya cultivados.                                                                                                                      
2) Se empezaron a cultivar terrenos que hasta entonces eran yermos y despoblados. Contó con la ayuda de varias órdenes religiosas.                                                                                                     
3) Para dar cabida a su mayor número de habitantes, la civilización europea se expandió geográficamente.                                                                                                                                       Los estados y la civilización islámicas dominaron desde comienzos del siglo VIII y durante más de 400 años la mayor parte de la península Ibérica. La población musulmana dominaba la agricultura, especialmente la horticultura; resucitaron y extendieron el sistema de riego romano e hicieron del sur de España una de las áreas más prósperas de Europa. La prueba más llamativa de la vitalidad económica de la Europa medieval fue la expansión alemana en lo que ahora son Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía y Lituania. A diferencia del avance germano hacia el este, las Cruzadas no produjeron una expansión geográfica definitiva de la civilización europea. Su causa tuvo más motivaciones políticas y religiosas que económicas.
El crecimiento urbano empezó en las ciudades portuarias. Con el aumento de la producción agrícola y el de su población, el campo proporcionó el excedente humano necesario para poblar las ciudades.                                                                                                                                   
Los campos abiertos del sistema manorial se dividieron, se cercaron y se sometieron a un cultivo intensivo. La jerarquía feudal no tenía cabida en las exigencias de los gobiernos urbanos Las ciudades más grandes y con mayor concentración eran las del norte de Italia y del sur de los Países Bajos (Flandes y Brabante).
El comercio más lucrativo y prestigioso era el de Italia y el este. Telas de lana y lino, pieles, utensilios metálicos y cristal iban en una dirección y especias, seda, porcelana, brocados y piedras preciosas en el otro. Excepto en épocas de guerra o bloqueo existía un flujo regular de trigo, sal, salazones de pescado, vino, aceite,...que viajaban desde regiones especializadas en estos productos. Otra gran ruta comercial se extendió entre el mar del Norte y el Báltico.                                     
Las principales ciudades comerciales alemanas (Hamburgo, Lübeck, Danzig...) formaron hacia 1241 una liga mercantil y defensiva, la Hansa, la cual aseguraba el control de la ruta comercial que relacionaba Inglaterra y Flandes (productos manufacturados y paños) con Nóvgorod (Rusia) y Escandinavia (pieles, madera y cera).
La mayoría de las mercancías cambiaban de manos en las grandes ferias o mercados de Leipzig, Frankfurt y Champagne. Estas últimas surgieron en el siglo XII y eran las más importantes. A ellas acudían mercaderes italianos y de los Países Bajos. Más tarde estas regiones se convirtieron en centros financieros donde el uso de “letras de cambio” y otros instrumentos de crédito funcionaban.
En el siglo XII también entró en vigor una nieva forma de sociedad, la commenda: un mercader aportaba el capital (recibía las ¾ partes de las ganancias) y otro realizaba el trayecto.                      
Cuando el volumen de comercio aumentó nació una nueva forma de organización comercial, la vera societá o sociedad auténtica que constaba de varios socios. Las sociedades Bardi y Peruzzi de Florencia fueron las más importantes. Los primitivos bancos de depósito se establecieron en Génova y Venecia. Los mercaderes preferían vender a crédito, invertir las ganancias en un cargamento para el viaje de vuelta y obtener dinero en efectivo sólo con la venta de éste. Prácticamente todas las compras y ventas de las ferias de Champagne se realizaban a crédito. Al final de la feria, todas las cuentas pendientes se diferían a la feria siguiente por medio de letras de cambio. Hacia la segunda mitad del siglo XIII Europa obtuvo una moneda estable, el florín de oro, aunque es esa época ya el crédito era indispensable en la actividad comercial.

La industria más importante era la textil (seguida de la construcción).                                                                     
La lana era la materia prima más importante, y el producto ,el paño.                                                   También se usaba lino, seda y algodón. Los trabajadores más especializados se organizaban en gremios. La productividad aumentó gracias a un trío de innovaciones: el telar a pedal (sustituyó el bastidor), el torno de hilar (sustituyó a la rueca) y el batán.                                                                       
La industria metalúrgica experimentó un progreso notable en la última parte de la Edad Media; el hierro era abundante y barato, y a principios del siglo XIV hicieron su aparición los primeros precursores de los modernos altos hornos.                                                                                                         
A principios del siglo XIV los molinos de agua y viento se utilizaban no sólo para moler grano sino para moler, triturar y mezclar otras sustancias y con otros propósitos.

En 1348 la Peste Negra llegó a Europa procedente de Asia, la asoló durante dos años y la población total europea se redujo a menos de dos terceras partes. La Peste constituyó el episodio más decisivo de la crisis de la economía medieval, pero no fue ni su origen ni su causa. La Hambruna de 1315-1317 afectó a todo el norte de Europa. Provocada por el deterioro meteorológico que hicieron los inviernos más largos y húmedos. Los cereales dejaron de madurar o se congelaron, hubo inundaciones con fatales consecuencias.                                               
La Peste Negra intensificó enormemente las tensiones y conflictos sociales por lo que en la segunda mitad del siglo IV en toda Europa se produjeron sublevaciones y guerras civiles. La vida urbana prácticamente se marchitó, los mercados decayeron y la economía retrocedió a un nivel de subsistencia.                                                                                                               
A pesar de su gravedad, estos problemas no explican por sí solos la decadencia y estancamiento de toda la economía.                                                                                                                     
Una explicación más global sería que la población era excesiva para los recursos y tecnología de que se disponía.

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