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lunes, 18 de noviembre de 2013

MODELOS DE DESARROLLO: REZAGADOS Y DESCOLGADOS

1.       SUIZA
Suiza había sentado ya antes de la mitad del siglo XIX las bases que permitirían un desarrollo posterior acelerado, pero aún tenía una estructura económica preindustrial.
Es un país pequeño en cuanto a territorio y población, también carece de recursos naturales que no sean agua y madera. Apenas posee carbón y tiene mucha extensión de terreno montañoso, a pesar de esto los suizos alcanzaron uno de los niveles de vida más alto del mundo.
Las causas fueron diversas, una de ellas fue el aumento de la población, que en el siglo XIX se duplicó.
Suiza dependía mucho de los mercados internacionales, sobre todo para exportar sus productos. Su éxito fue una combinación de tecnología avanzada y la explotación de industrias intensivas en mano de obra. Esto dio como resultado productos de gran calidad, alto precio y valor añadido, como los relojes suizos, tejidos de lujo, compleja maquinaria especializada y sus exquisitos quesos y chocolates. Casi todo el personal de la industria era cualificado.
Los suizos se habían especializado en tejidos de alta calidad, entre ellos los bordados, y habían mejorado los telares manuales. Con el tiempo las mejoras se aplicaron a la mecanización, pero siempre diseñada a proporcionar gran calidad. Las industrias textiles más importantes fueron las de la seda. Hubo otra serie de industrias que superaron a la textil en cuanto a cantidad de las exportaciones, como fueron las de maquinaria especializada, productos alimenticios, relojes, química y productos farmacéuticos. Logró establecer una sólida industria de transformación de metal y los ingenieros suizos hicieron aportaciones muy valiosas a la nueva industria.
Se especializaron en productos exóticos y de alto valor, y también en productos farmacéuticos, resultado de sus propias investigaciones
Suiza fue el país que más transformó la llegada del ferrocarril, de capital extranjero, pero no fue rentable, y el gobierno lo recompró por un valor inferior al real y procedió a electrificar las líneas, a partir de lo cual se empezó a rentabilizar.
2.       LOS PAÍSES BAJOS Y ESCANDINAVIA
Estos cuatro países, después de retrasarse considerablemente respecto de los industrializados durante la primera mitad del siglo, aceleraron con fuerza en la segunda mitad, sobre todo al final.  Los países escandinavos tenían los índices de alfabetización más altos de Europa, incluso del mundo, y los Países Bajos se encontraban por encima de la media europea.
Ninguno de los cuatro países tenía carbón, razón por la que no se hallaron entre los primeros países industrializados y por la que no desarrollaron la industria pesada. Suecia contaba con ricos yacimientos de hierro, vastas extensiones de bosque y energía hidráulica. Noruega también tenía madera, algunos yacimientos de metal y un enorme potencial hidráulico. En estos dos países la energía hidráulica tuvo gran importancia para su desarrollo y fue fundamental para la explotación de la energía hidroeléctrica.
Los 4 países tenían acceso directo al mar que les facilitaba un transporte barato, una marina mercante, una industria naviera y un abastecimiento para la población de pescado. Todos crearon puertos comerciales adaptados a los barcos de vapor y se beneficiaron de la supesión de las restricciones marítimas internacionales.
La electricidad supuso una bendición para las economías de los cuatro países. Suecia y Noruega, se vieron especialmente favorecidas, incluso Dinamarca y los Países Bajos, que podían importar carbón barato, también se aprovecharon de la electricidad generada por el vapor. Los cuatro países desarrollaron rápidamente industrias para la fabricación de maquinaria eléctrica y productos como bombillas… y sus ingenieros fueron pioneros en la industria eléctrica. La electricidad permitió a estos países desarrollar, sin carbón ni industria pesada, las industrias de fabricación de metales y maquinaria.
Era posible desarrollar industrias refinadas y aumentar el nivel de vida de la población sin necesidad de poseer industria pesada o grandes recursos carboníferos.
3.       EL IMPERIO AUSTRO-HÚNGARO
Se caracterizaba por la enorme diversidad regional, con las provincias del oeste mucho más avanzadas económicamente que las del este. Los factores de su retraso industrial fueron varios, como la topografía, que dificultaba en gran medida el transporte y la comunicación dentro y fuera de sus fronteras, y la escasez y mala ubicación de sus recursos naturales.
A mitad del siglo se hicieron varias reformas que condujeron a mejoras económicas, como fue la abolición de la servidumbre, y la supresión de las aduanas que separaban la mitad austríaca de la húngara.
Su obstáculo institucional más importante fue la política proteccionista de la monarquía que reinaba. Las altas tarifas aduaneras afectaban tanto a los productos importados como a los exportados, ya que las industrias protegidas no podían competir en los mercados exteriores. La posición geográfica y la topografía del terreno contribuían a sus pobres resultados en el comercio internacional, aunque la unión aduanera interna compensó en parte tal carencia.
A pesar de los obstáculos el imperio experimentó un crecimiento industrial y económico a lo largo del siglo XIX. El transporte desempeñó un papel muy importante, ya que ante la falta de  ríos navegables y buenas carreteras, se construyeron ferrocarriles.
Tenían la mayor concentración de molinos de Europa, y empezó a fabricar maquinaria eléctrica para moler. Sus principales exportaciones fueron bienes de consumo, como harina, licores y cerveza.
Tenía algo de industria pesada, y contaban con algunas fábricas de maquinaria y máquinas herramienta.
4.       LA PENÍNSULA IBÉRICA
Las historias económicas de España y Portugal durante el siglo XIX son bastante parecidas.  Ambas naciones emergieron de las guerras napoleónicas con sistemas económicos primitivos, incluso arcaicos, y regímenes políticos reaccionarios.
Las finanzas públicas eran lamentables en ambos países. Hubo guerras civiles, en las que ambos bandos de los dos países pidieron préstamos en el extranjero para afrontar sus gastos militares, que los perdedores dejaron de pagar y los ganadores difícilmente pagaban.
La escasa productividad agrícola seguía siendo una gran debilidad. Un amplio sector de la agricultura era de subsistencia y otro, mucho menor, de agricultura comercial. Que se coordinaba con el sector casi inexistente de la industria, comercio y servicios.
España intentó poner en práctica una reforma agraria en la primera mitad del siglo. Pero resultó un completo fracaso. El gobierno confiscó las tierras de manos muertas, con la intención de venderlas a los campesinos, pero las necesidades financieras del Estado eran tan graves que se las vendieron al mejor postor, y el resultado fue que las tierras acabaron en manos de la burguesía y la aristocracia. El aumento de la población en ambos países se reflejó en una expansión del cultivo de cereal en tierras más pobres, lo que supuso una pérdida de pastos para el ganado y un descenso aún mayor de la productividad.
A mitad de siglo, el vino y el brandy representaban la cuarta parte de las exportaciones españolas, pero una enfermedad de la vid que se extendió desde Francia hizo que la producción cayese en picado, y con ella las exportaciones. Mientras se fue desarrollando una nueva fuente de divisas que sustituyese a los viñedos: la venta de metales y minerales. Los principales fueron el mercurio, y más tarde el plomo, para las tuberías , como resultado de la apertura de yacimientos extremadamente ricos en el sur de España.
El capital extranjero predominaba en bancos y ferrocarriles, y éstos últimos no fueron rentables hasta final de siglo. A finales del siglo, se estableció una pequeña industria siderúrgica en la zona de Bilbao, que pasó a ser una de las zonas más ricas del país
5.       ITALIA
Existía una acentuada pendiente económica de norte a sur, y fue en el norte donde se inició el movimiento de unificación nacional, ya que era un país muy dividido y dominado por influencias extranjeras, y que se unificó hacia mitad del siglo.
La mayor parte de su población se dedicaba a labores agrícolas poco productivas. La unidad del Estado había solventado uno de los obstáculos principales para el desarrollo, la fragmentación del mercado, pero había que mejorar los transportes y las comunicaciones. La legislación progresista y el sistema administrativo del Piamonte se extendieron por toda la nación, pero no consiguieron acabar con el carácter retrogrado de las instituciones o el analfabetismo del país. Las leyes no podían aliviar la carencia de recursos naturales y solo una administración eficiente podía sacar adelante un país con capital tan escaso.
Era un país que dependía mucho del capital extranjero y la presión demográfica hizo emigrar a mucha gente, sobre todo a Estados Unidos y Argentina.
6.       EL SUDESTE DE EUROPA
Eran los cinco países más pobres de la Europa al oeste de Rusia. Eran Albania, Grecia, Bulgaria, Rumanía y Serbia. Todos estos países habían ido consiguiendo la independencia del Imperio Otomano a partir de 1815 y sobre sus economías pesaba como una losa la herencia de esta dominación. Todos eran básicamente rurales y agrarios, y más de las tres cuartas partes de su fuerza de trabajo pertenecía al sector primario. La tecnología era muy arcaica y la productividad y renta per cápita muy bajas. La escasez de recursos naturales aumentaba la presión sobre la población. El recurso mineral más importante era el petróleo de Rumanía, que varias empresas extranjeras empezaron a explotar a finales del siglo XIX.
El comercio con otros países consistía en la exportación de productos agrícolas y la importación de bienes manufacturados de consumo. Los gobiernos pedían préstamos en el extranjero para financiar la construcción de ferrocarriles, que no consiguieron eslabonamiento hacia atrás. A principios del siglo XX la industria moderna no había penetrado casi en estos países.
7.       RUSIA IMPERIAL
A principios del siglo XX, el Imperio ruso era considerado una de las grandes potencias. Poseía grandes industrias textiles, la mayor parte de algodón y lino, y también industria pesada: carbón, hierro colado y acero; y era el segundo productor de petróleo del mundo. Pese a esto, seguía siendo un país eminentemente agrario. Más de dos tercios de la población trabajaban en labores agrícolas. La productividad era muy baja, lastrada por una tecnología primitiva y la escasez de capital. En 1861 se abolió la servidumbre y aumentó un poco la productividad.
El gobierno promovió un programa de construcción de ferrocarriles, basado en capital y tecnología extranjeros, y reformó el sistema bancario para que se introdujeran algunas de las técnicas financieras de Occidente. Estas políticas fueron efectivas y contribuyeron a que la producción creciera a un ritmo muy elevado.
Gran parte del mérito de este ascenso se debe al programa de construcción de  vías férreas y la expansión de las industrias mineras y metalúrgicas asociadas al desarrollo del ferrocarril. Había ricos yacimientos de carbón y hierro separados por muchos kilómetros y con la construcción del ferrocarril entre las dos zonas y varios altos hornos, hizo que la producción aumentara considerablemente.
El gobierno puso altos aranceles a productos siderúrgicos, pero a la vez facilitó la compra de los equipos más modernos para la fabricación de productos de hierro y acero y mecánicos.
El despegue de la industria rusa en la última década del siglo XIX fue seguido de un retroceso en los primeros años del XX, con la Revolución Rusa. Fue sofocada, pero inspiró una serie de reformas, políticas y económicas, que condujeron a una mejora en la productividad agrícola.
8.       JAPÓN
Durante la primera mitad del siglo, este país mantuvo una política de exclusión de toda influencia extranjera. La sociedad estaba estructurada en rígidas clases sociales, o castas, a través de un sistema bastante parecido al del feudalismo. La organización económica era muy refinada, poseían mercados muy activos y un sistema de crédito. El índice de alfabetización era muy superior al del sur y el este de Europa.
Con la entrada de un nuevo gobierno tras un golpe de estado, se abolió el antiguo sistema feudal. Fue la Restauración Meiji, con la que se puso en el trono de nuevo al emperador. En esta época, se abrió hacia occidente, tomando lo mejor de cada sistema y de cada país para imitarlo, por ejemplo, el sistema burocrático francés, la armada británica y así todos los aspectos económicos e industriales. El nuevo gobierno heredó muchos problemas financieros por la emisión de billetes por los bancos, y los solucionó creando un banco central, el Banco de Japón, que tuvo el monopolio de la emisión de billetes, de tal modo que el resto de bancos nacionales se convirtieron en bancos de depósitos comerciales según el modelo inglés.
El gobierno se propuso introducir en el país toda la gama de industrias de corte occidental. Japón era un país pobre en recursos naturales. El cereal principal era el arroz, que era la base de la alimentación, complementada con pescado y marisco extraídos de sus ricas aguas costeras. Disponían de algunos yacimientos de cobre y carbón, que contribuían a las exportaciones y al consumo interior.
La industria de la seda aumentó gracias a la introducción de maquinaria moderna y la mayor parte de la producción se exportaba. Otro gran producto agrario japonés era el té. La industria del algodón progresó también con rapidez. Funcionaba con tecnología sencilla y mano de obra barata sin especializar.

La industria pesada tuvo un desarrollo más lento, logrado gracias a subsidios del gobierno y a la protección arancelaria. La Primera Guerra Mundial supuso para Japón una bendición, debido a la demanda de productos japoneses. Al entrar en la guerra en el bando aliado, Japón también logró poner bajo su control las colonias alemanas del Pacífico y algunas concesiones en China.









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