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viernes, 15 de noviembre de 2013

LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN LA EUROPA MEDIEVAL

LA ECONOMÍA RURAL EN LA ALTA EDAD MEDIA
LOS PUEBLOS GERMÁNICOS
Las migraciones germánicas precipitaron la decadencia económica y la ruralización de Europa, dentro de un largo proceso que se había iniciado en el mismo Imperio Romano con su debilitamiento y posterior caída. En efecto, los diferentes pueblos bárbaros que estaban viviendo en el limes romano, habían pactado con el ejército imperial la defensa de su territorio en muchas ocasiones. A lo largo del siglo V fueron asentándose en las tierras del Imperio. Sus actividades económicas básicas fueron la caza, la agricultura y la ganadería; la tierra constituía para ellos la principal fuente de riqueza. Vivían en pequeños poblados rodeados de bosques y emigraban con facilidad ante las rivalidades de los pueblos vecinos. Resolvían sus problemas en asambleas generales y su ley era la costumbre. Acabaron organizando monarquías, primero lectivas y, luego, hereditarias. A veces crearon códigos de leyes y se rodearon de un pequeño cuerpo de funcionarios y consejeros escogidos entre los súbditos romanos más cultos. Pero su fuerza principal estaba en el ejército. Algunos de sus guerreros más famosos –Estilicón y Aecio- habían prestado servicios en las legiones romanas e hijos de reyes nórdicos habían aprendido la lengua y civilización latina en la corte de Roma.
El Mediterráneo se mantuvo como vía de comunicación con el Imperio Romano de Oriente (Imperio Bizantino) que monopolizaba la industria y el comercio. Los metales preciosos escaseaban cada vez más. La economía urbana fue desapareciendo, la población abandonaba las decadentes ciudades para buscar sustento en el campo.
En el siglo siguiente se produjo un nuevo intento de centralizar el poder en el nuevo Imperio germánico, en parte, gracias a la Iglesia.

EL ISLAM
Otra gran civilización, que desde Arabia se expansión por el mediterráneo hasta Europa en menos de un siglo, fue el Islam. Su creador, Mahoma, el profeta de Allah, era un caravanero de La Meca donde su familia, los coraichitas, tenían grandes intereses económicos.
Muy pronto se extendieron por una amplia zona: Nilo, Indo, hasta donde llegaron por el Este. A la muerte de Mahoma, en unos veinte años sus sucesores conquistaron las provincias más ricas del Imperio Bizantino (Siria, Egipto, Palestina) y del Imperio Persa sasánida, lo que les permitió contar con recursos, hombres y dinero. En una carrera meteórica alcanzaron por el Norte de África el Estrecho de Gibraltar y, tras vencer a los visigodos, atravesaron los Pirineos y fueron detenidos por los francos en Poitiers.  
Así dominaron el Mare Nostrum, que cerraron al tráfico bizantino. Fueron importantes intermediarios entre Occidente y Extremo Oriente, por un lado, y entre África (ruta del oro) y la Europa cristiana, por otro.

LA IGLESIA
El cristianismo estaba menos extendido en Occidente que en Oriente, antes y después de la conversión de Constantino.  La caída del Imperio permitió a la Iglesia reforzar su papel como puente de enlace entre la decadente civilización romana y los pueblos germanos a través de dos instituciones: el obispado y el monacato.  Los monasterios, construidos entre los latifundios y las tierras de cultivo de los germanos, se convirtieron en granjas modelo y centros culturales. Así, dentro de una sociedad cada vez más ruralizada, la Iglesia empezó a convertirse en su cabeza intelectual y controlaba lo esencial del sistema de enseñanza.
Por otra parte los bienes de la Iglesia eran ya considerables desde el Bajo Imperio. Durante la alta Edad media, la Iglesia fue la única organización capaz de una cierta acumulación, lo que le proporciono una fuerza considerable en la sociedad y en las relaciones de producción.

EL SISTEMA FEUDAL
La llegada de los francos a las Galias conllevó la desmembración definitiva del sistema romano: brusca disminución del comercio interregional, desaparición de la autoridad central y división del país en dominios. Clodoveo, apoyándose en la Iglesia intentó una reorganización basada en los principios tribales germánicos y, después de varias guerras, acabó instaurándose una primera lógica feudal: grandes dominios casi autónomos en manos de aristócratas agrupándose en confederaciones basadas en la fidelidad y en vínculos de parentesco artificial. Desde el punto de vista político el feudalismo significó una descentralización del poder, en gran parte obligada como solución ante la creciente inseguridad provocada por el derrumbamiento de la autoridad imperial.
El dominio señorial se dividía en dos componentes: el dominio, cuya explotación retenía en sus manos el propietario y los mansos, que se distribuían entre los siervos.
Europa vivía principalmente de la agricultura; esta actividad dependía fundamentalmente del clima, con su diversidad en las distintas zonas del continente y su variabilidad interanual.  En los grandes dominios se practicaba un modelo de cultivo extensivo que reposaba en una agricultura semiitinerante (rotación bienal o de año y vez) con cosechas mediocres. Esta forma de explotación era la predominante en la Alta Edad Media.
Sin embargo, debido al paulatino incremento demográfico a principios del siglo XIX, se empezó a generalizar el sistema de rotación trienal. Las tierras de labor del término se dividían en tres hojas: una de ellas se sembraba de cereal de primavera (cebada o avena), la segunda de cereal de invierno (trigo o centeno), la tercera se dejaba en barbecho y el ganado podía pastar en él, al mismo tiempo que aportaba abono orgánico. También se difundieron algunos progresos técnicos, como el arado, la sustitución del buey por el caballo de tiro… aún así, parece que a fines del siglo XIII la población europea había tocado techo.
Desde el siglo XI, bajo la dirección de los condes de Flandes, se aceleraron los trabajos encaminados a desecar los pantanos del litoral y a construir diques para evitar la entrada de agua marina. A lo largo del siglo XII los nobles germánicos impulsaron la desecación de las tierras pantanosas situadas al Este del río Elba. La conquista de nuevos espacios para el cultivo también tuvo lugar en Inglaterra, Norte de Francia y valle del Po, lo que conllevó importantes modificaciones en la agricultura y en el paisaje agrario, aunque este proceso estuvo muy mal localizado en las zonas de mayor prosperidad agrícola de Europa.
Ya no se producía sólo para el autoabastecimiento, sino para el mercado local o regional. También se extendieron las plantas industriales (lino, cáñamo, plantas tintóreas…) pero el cultivo de mayor crecimiento fue el viñedo.
En suma, el sistema feudal que se había desarrollado en la alta Edad Media decayó en el siglo XIII como institución jurídico política en aras de la monarquía, vaciándose de contenido, y también, como consecuencia de un mayor progreso económico y de los cambios sociales derivados de una mayor seguridad. El nacimiento de esa situación fue producto de dos fenómenos unidos: el incremento de población al tope máximo que el avance de las técnicas podía soportar y la rápida fusión de los vínculos de vasallaje. La creación de las nuevas naciones trajo consigo dificultades serias entre señores feudales y oligarquías urbanas que controlaban en parte los estados, sin olvidar la influencia de la Iglesia, centro neurálgico del sistema y de la sociedad medieval en su conjunto, pues continuaba siendo la única fuerza organizada.

ECONOMÍA MERCANTIL EN LA ALTA EDAD MEDIA
El renacimiento del estado Carolingio favoreció el desarrollo de la circulación monetaria, aunque no se acuñó moneda de oro.
Organizaron un sistema monetario basado en la libra de plata que equivalía a veinte sueldos, cada uno de los cuales valía 12 dineros. Este sistema se impuso en toda Europa por las conquistas de Carlomagno. También los soberanos anglosajones lo adoptaron en el siglo IX.
Otros lugares de encuentro eran las ferias. Algunas se insertaban en el ciclo normal de un mercado semanal, aunque un día determinado del año atraía a mayor número de clientes. Las mercancías eran sobre todo artículos de lujo, incluso traficaban con esclavos.
También se pueden destacar algunas áreas mercantiles bastante activas, como las costas del Mar Adriático y Mar Egeo, por un lado, y las del Mar del Norte y báltico por otro.  Durante la primera mitad del siglo IX, algunos puertos nórdicos habían desarrollado una interesante actividad comercial y se surcaron los ríos del Noroeste de Europa. Pero a finales de este mismo siglo este tipo de comercio declinó.     

EL CRECIMIENTO ECONÓMICO BAJOMEDIEVAL
REVOLUCIÓN URBANA
Con el crecimiento demográfico, las ciudades crecieron en número y tamaño.
E. Ennen afirma que el proceso de urbanización europeo se adaptó de distinta forma según las zonas:
- Italia, España y sur de Francia, donde las ciudades, aunque decadentes subsistieron en la alta Edad Media.
- Inglaterra, Norte de Francia, Países Bajos, Renania, sur de Alemania y Austria, donde habiendo existido ciudades romanas, desapareció prácticamente toda forma de vida urbana durante la Alta edad Media.           
- Norte de Alemania y Escandinavia, donde no hubo influencia romana ni núcleos urbanos.
La base del fenómeno urbano europeo fue consecuencia de un considerable éxodo rural. La ciudad significaba un mundo nuevo y dinámico donde se creía poder romper con los vínculos del pasado y donde se imaginaba nuevas posibilidades de éxito económico.  La nueva sociedad burguesa nacía y crecía en claro contraste con el mundo circundante.
Sin embargo, no tardaron en estallar los problemas dentro de las propias ciudades y sus habitantes advirtieron la necesidad de unión y cooperación entre ellos. Por este motivo triunfó la organización horizontal, la cooperación entre iguales, la corporación, la universidad y, por encima de todos ellos, el municipio.

LA ACTIVIDAD COMERCIAL Y LAS PRINCIPALES RUTAS EUROPEAS
La actividad mercantil también alcanzó una gran expansión con el aumento de la población urbana, pues se trataba de vender el exceso de producto para adquirir los bienes que no se podían conseguir localmente. Este comercio giraba en torno a los mercados y ferias que ya se habían desarrollado en la etapa anterior, junto a los castillos y monasterios.  Los mercados y las ferias cayeron bajo la protección y reglamentación señorial y pasaron a tener condición legal.
Los mercados solían celebrarse semanalmente y tenían importancia  local, mientras que las ferias, a veces, sólo se celebraban una vez al año; casi todas ellas duraban varios días o semanas y atraían a mercaderes lejanos. La mayoría era un foro para el intercambio de una amplia gama de productos al por mayor, locales y de otras regiones.
Las ferias tuvieron una gran importancia como centros financieros donde se cambia dinero, se negociaban préstamos y se saldaban cuentas; también se utilizaron nuevas técnicas llevadas desde los puertos mediterráneos, como la práctica de la escritura, de la cifra, de las letras de cambio y de los contratos de asociación.  Estas ferias decayeron a comienzos del siglo siguiente, debido al uso creciente de los pasos por los Alpes centrales.  También influyó la comunicación directa por mar entre Italia y el Norte de Europa, tras la apertura del Estrecho de Gibraltar.

Sobre el marco de la actividad comercial marítima aumentó la importancia de muchas ciudades y aparecieron mercaderes con grandes fortunas.  Algunas ciudades mediterráneas crearon verdaderos imperios comerciales como Venecia, Génova, Marsella y Barcelona.
Otra gran ruta mercantil se extendió entre el Mar del Norte y el Mar Báltico. Desde los tiempos de los vikingos hasta el año 1200, los escandinavos llevaron la iniciativa y mantuvieron el liderazgo en la zona. A mediados del siglo XII los alemanes entraron en la escena del Báltico y en poco tiempo adquirieron una gran ventaja.   
Las exportaciones hanseáticas consistían en productos naturales: trigo de Prusia, miel y pieles de Rusia, materiales de construcción, pescado seco y salado de Schonen. Como flete de regreso levaban lanas de Inglaterra, sal y vino de Francia, pasando por Brujas donde, además de ls telas flamencas, encontraban las especias llegadas de Italia. En 1250 Lübeck firmó un tratado con el país nórdico que sentaba las bases del predominio comercial alemán en este país escandinavo, cuando anteriormente lo tenía Inglaterra.
El volumen del comercio hanseático podía equipararse al mediterráneo, sin embargo los capitales que utilizaba eran inferiores. Mercaderes ingleses, holandeses, italianos y del Sur de Alemania trataban de intervenir en el lucrativo comercio del Báltico. Los holandeses en particular lograron desarrollar espectacularmente el comercio por el Báltico llegando a monopolizar el mercado del arenque posteriormente.

DESARROLLO INDUSTRIAL
Una de las principales actividades urbanas fue la manufactura textil. En los Países Bajos del Sur se había organizado una interesante actividad económica con la producción de paños finos de lana. Por su parte Italia, que importaba productos orientales y exportaba a Oriente paños flamencos, distribuyó su economía de forma más equilibrada con el comercio y las finanzas. Durante el siglo XIII los avances de la industria lanera fueron importantes debido a la innovación del molino de agua y a la aparición de la rueca de hilar.
Mientras tanto se habían desarrollado el comercio y la importación de seda y algodón, que habían sido llevados de Oriente a Occidente. Los musulmanes los introdujeron en la Península Ibérica donde instalaron importantes fábricas de tejidos de seda en Córdoba y en Granada. También Barcelona se convirtió en el primer productor de tejidos de algodón. A su vez, en el Norte de Italia apareció la manufactura de algodón en el siglo XII a imitación de las islámicas.
Paulatinamente se fueron introduciendo interesantes progresos tecnológicos en la industria textil y en otros sectores. La minería y las fraguas constituían uno de los principales componentes del capital fijo, junto con los molinos, especialmente los de agua. En la segunda mitad del siglo XIII la fuerza motriz de la energía hidráulica, mediante la adopción de diferentes mecanismos, se aplicó a muy diversas fabricaciones: hierro, madera, papel, curtido, batanadura del paño, etc.
También hay que destacar la propagación del molino de viento para usos variados, la aparición del telar vertical en Flandes y Champaña y las innovaciones para la navegación entre los siglos XII y XII, que incluyeron: el perfeccionamiento de la brújula giroscópica, la adopción de la clepsidra (reloj de agua usado ya por los egipcios), las redacción de portulanos, la preparación de tablas trigonométricas para navegar, la adopción del timón de popa.  
Con las traducciones de tratados griegos y árabes muchas ciencias, entre ellas la astrología, experimentó una autentica resurrección, así como la medicina. En el siglo XIII apareció la rueca de hilar, con lo que aumentó la producción y también el consumo, porque se abarataron los precios de las telas más comunes. Además, empezaron a utilizar anteojos, etc. A principios del siglo XIV se obtuvieron los primeros relojes mecánicos; la adopción de la pólvora fue acompañada de la fabricación de armas de fuego.  También tuvo lugar la invención de Esclusas para canales. En el siglo XV se construyó el barco de vela oceánico, que combinaba lo mejor de la tradición marinera mediterránea y nórdica; como consecuencia de estos progresos se consiguió una mayor rapidez en los transportes  una disminución de los costes relativos. Mientras tanto los portugueses empezaron a usar el cuadrante para medir la latitud, luego el astrolabio, etc. Todas estas innovaciones fueron indispensables para los descubrimientos geográficos posteriores. Tampoco hay que olvidar la imprenta, mediante el uso de caracteres móviles en lugar de bloques, lo que contribuyó al desarrollo cultural y económico. En definitiva, todos estos esfuerzos fueron encaminados a sustituir los factores de producción más escasos y, al mismo tiempo, a aumentar su productividad específica.

La producción manufacturera requería nuevos tipos de organización. La mayoría de los artesanos y comerciantes se fueron asociando dentro del reciento amurallado de las ciudades. Los más importantes fueron los gremios de oficio. Parece que algunos mercaderes empleaban artesanos de diversas maneras y, a veces, les adelantaban capital para la obtención de las materias primas: después se quedaban con el producto acabado, pagando un tanto por trabajo concluido. En otros casos, el mercader poseía el capital fijo, como sucedía en el caso de los panaderos.
Desde el siglo XI algunos trabajadores artesanos de las ciudades constituyeron cofradías, en las que se reunían las diferentes profesiones adoptando como modelo las corporaciones mercantiles y las asociaciones religiosas, cada uno de ellas se puso bajo la advocación de un santo patrón. Sus estatutos reglamentaban con toda minuciosidad las características de los productos fabricados, materiales a emplear, forma de elaboración, medias, calidades, etc, así como precios de venta.     
Casi toda la producción artesanal estaba organizada en torno a estos gremios, cuyo fin era limitar la competencia y facilitar los acuerdos entre los miembros de la misma asociación, o sea, funcionaban como un monopolio.
En suma, el capitalismo mercantil sólo originó el capitalismo industrial en una escala insignificante. La asociación y el monopolio eran eficaces en aquellas ramas que satisfacían demandas de masas únicamente. En el caso de las manufacturas de artículos de lujo, la elasticidad de la demanda era tal que esos métodos no tenían apenas resonancia.

TÉCNICAS MERCANTILES
Los parámetros de la moneda metálica son el peso y la ley. El peso lo ordenaban las autoridades y la ley se fijaba en quilates para las monedas de oro. Desde finales del siglo XII el desorden monetario hizo que se impusiera una reforma.
Por otra parte, el tráfico marítimo había difundido monedas de oro árabes y bizantinas, aunque parece que se no usaban como monedas de pago. En el resto de Europa se acuñaron monedas de oro en el siglo XIV y sanearon la circulación monetaria, aunque pronto los reyes empezaron a alterar el valor de la moneda y las devaluaciones fueron frecuentes. De ahí la insaciable sed de oro de los europeos en el continente africano.

En el mundo de los negocios se desarrollaron notablemente otras técnicas nuevas, como la letra de cambio, que era un instrumento para transferir dinero de una plaza a otra y se convirtió en la forma preferida de la actividad crediticia y especulativa para aumentar la liquidez internacional. También se usaron cheques, endosos, etc.   
El desarrollo de los instrumentos de crédito hacía suponer que los mercaderes sabían leer y escribir. La actividad mercantil parece ser la causa de la creación de las primeras escuelas laicas para los hijos de los burgueses. A su vez los documentos privados se redactaron en lenguas vulgares, aunque el latín continuaba siendo el idioma internacional. En Italia la práctica de la escritura se mezclaba con la vida comercial y la teneduría de libros de los mercaderes. A principios del siglo XIV se había difundido en Europa la contabilidad por partida doble, aunque el primer tratado de contabilidad fue publicado por Fray Luca Pacioli.
Casi todas las operaciones bancarias medievales fueron de préstamos. Aunque gran parte de los prestamistas eran judíos en el siglo XII, muchos cristianos les hicieron la competencia. Reyes, nobles e instituciones públicas acudían a ellos cuanto más peligroso era el reembolso, más altos eran los intereses estipulados. Además se idearon créditos en relación con la construcción naval del comercio marítimo. De ahí surgió también el seguro cuyas primas era, a veces, más elevadas de lo que merecían sus propios cargamentos.

LA GRAN DEPRESIÓN MEDIEVAL
El último periodo de este largo milenio estuvo marcado por una fuerte depresión económica y una importante crisis demográfica.  Desde finales del siglo XIII se habían mostrado claros los signos de estancamiento en todos los sectores: demográfico, social y económico.
La presión demográfica persistía sobre una economía agotada e insegura. Los precios se elevaron desmesuradamente. Las manipulaciones monetarias intentaron paliar de desesperada situación del tesoro real y la compleja sociedad medieval monetarizada entró en una crisis sistemática. Un análisis malthusiano sugiere que la expansión demográfica de los siglos anteriores a la epidemia creó una situación donde el crecimiento de la población superó los recursos en alimentos dando como resultado unas crisis de subsistencia más graves, en particular la gran hambruna.  
En el sector industrial la situación era más compleja y contradictoria, pero los artesanos se quejaban del hundimiento de la demanda. A su vez la deslocalización de las actividades textiles fue otro rasgo de la crisis.
Por otra parte, la violencia se volvió un fenómeno endémico alimentado por las frustraciones sociales. La generalización de la guerra. En suma, guerras y peste, asociadas al hambre fueron consideradas como los tres azotes de dios, responsables de la mayoría de sus males.

La aparición y rápida propagación de la epidemia en Europa se facilitó por las numerosas rutas comerciales que habían establecido los mercaderes entre Europa y Asia Central. Tras afectar a los comerciantes genoveses del puerto de Caffa llegó casi inmediatamente a Constantinopla y, de ahí, se extendió por el Mediterráneo. Durante los dos años siguientes se expandió por el resto de las Islas Británicas, Alemania y Escandinavia.
La peste pulmonar producía una mortalidad mayor y era una variedad más contagiosa de la misma enfermedad, porque se propagaba al respirar los bacilos de las personas infectadas. Aunque no se puede precisar con exactitud el número de personas que perecieron por esta epidemia, se considera que sucumbió aproximadamente una tercera parte de la población de Europa Occidental.

Desde mediados del siglo XIV hasta mediados del siglo XV se propagaron una serie de epidemias, que ya habían causado estragos anteriormente, pero que se manifestaron con mayor virulencia: sarampión, tifus, tuberculosis y, sobre todo, la viruela que diezmaba a los niños y jóvenes. Los efectos inmediatos fueron una brutal caída de la producción, del consumo y de los intercambios comerciales.  En el orden demográfico permitió el establecimiento de nuevas familias en tierras disponibles, con mejores salarios, se produjo cierta concentración de las explotaciones y se abandonaron tierras marginales, que fueron ocupadas de nuevo por el ganado, con lo que mejoró la dieta proteica y se obtuvieron rendimientos crecientes en la agricultura, es decir, se revitalizó el sector agrario.
En definitiva, se produjeron dos hechos indiscutibles: el descenso del precio de los productos agrarios y las distorsiones entre precios industriales y agrícolas, por un lado, y entre salarios y precios, por otro.  
La sombría serie de desastres que desbarató a Europa acabó a mediados del siglo XV. Francia reconstruyó su economía después de la guerra de los Cien Años. Las coronas de Castilla y Aragón sentaban las bases del futuro poderío español, mediante la unión personal de Isabel y Fernando. Portugal prosiguió sus avances por la costa africana. El sur de Alemania entraba en un excepcional desarrollo por los descubrimientos de las minas de plata y cobre del Tirol y de la zona de Sajonia-Bohemia. Los pequeños estados italianos gozaban de un formidable bienestar cultural y económico. En suma, a lo largo de los últimos siglos se habían ido asentando las bases del naciente Renacimiento.   


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