CONSECUENCIAS
ECONÓMICAS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Las víctimas militares ascendieron aproximadamente a 10
millones de muertos y el doble de heridos graves; las víctimas civiles directas
ascendieron a unos 10 millones, y otros 20 millones murieron de las
enfermedades y el hambre propiciados por la guerra. La mayoría de los daños
–destrucción de casas, plantas y maquinarias industriales, minas, ganado y
maquinaria agrícola, servicios de transporte y comunicaciones- tuvieron lugar
en el norte de Francia, Bélgica, una pequeña área del noreste de Italia y en los
campos de batalla del este de Europa. La navegación oceánica también padeció
enormemente, sobre todo a consecuencia de la guerra submarina. Todavía más
perjudicial para la economía, a la larga, que la destrucción física, fue la
interrupción y trastorno de las relaciones económicas normales, que no cesó con
la guerra misma, sino que continuó cobrándose su precio en el período de
entreguerras. Durante la guerra, los gobiernos de cada nación beligerante y los
de algunas no beligerantes impusieron un control directo sobre los precios, la
producción y la asignación de mano de obra.
Un problema todavía más grave fue el resultante de la
interrupción del comercio internacional. Las relaciones comerciales entre
Alemania y los otros cesó, inmediatamente. Los Estados Unidos, en su fase
neutral, intentaron mantener las relaciones, pero el empeño se vio
obstaculizado por las acciones bélicas tanto británicas como alemanas. Gran
Bretaña, con su dominio de los mares, no tardó en imponer un bloqueo a los
puertos alemanes. No solo impidió navegar a los barcos alemanes, sino que,
además, la flota británica hostigó a barcos neutrales y en ocasiones confiscó
sus cargas. Alemania recurrió a los submarinos, que evitaron a la armada
británica en la medida de lo posible, pero atacaron navíos desarmados. El
hundimiento del buque de línea británico Lusitania
en las costas de Irlanda en 1915, con la pérdida de más de veinte mil vidas
(entre ellas unas 100 americanas) originó una fuerte protesta de los Estados
Unidos. Durante un tiempo el alto mando alemán moderó su política, peor en enero
de 1917, ansioso por propinar un golpe definitivo a los británicos, desencadenó
una guerra submarina sin restricciones. Ésta fue la causa principal de la
entrada de América en la guerra.
La guerra también trastornó el equilibrio de la agricultura
mundial. La guerra estimuló la producción tanto en zonas donde ya estaba
establecida como en áreas relativamente vírgenes, como Iberoamérica. Esto llevó
a la superproducción y a la caída de los precios en la década de 1920.
Además de perder los mercados extranjeros, las naciones
beligerantes de Europa perdieron también ingresos en concepto de transporte
marítimo y otros servicios. Por otra
parte, Londres y algunos centros financieros europeos parecidos perdieron parte
de sus ingresos por banca, seguros y además servicios financieros comerciales,
que fueron transferidos a Nueva York y otros lugares (por ejemplo Suiza)
durante la guerra.
Otra pérdida importante provocada por la guerra fue la renta
proveniente de las inversiones en el extranjero
El último trastorno en las economías nacional e
internacional fue el ocasionado por la inflación. Se recurrió al préstamo a
gran escala y a la impresión de papel moneda para financiar la guerra. Esto
trajo como consecuencia la elevación de los precios.
CONSECUENCIAS
ECONÓMICAS DE LA PAZ
Los tratados de paz dieron lugar a dos tipos principales de
problemas económicos: el crecimiento del nacionalismo económico y los problemas
monetarios y financieros.
El más importante fue el tratado de Versalles, con Alemania.
Devolvió Alsacia y Lorena a Francia y permitió a los franceses ocupar la cuenca
del valle del Sarre durante quince años. Dio la mayor parte de Prusia
Occidental y parte de la Alta Silesia a la recién creada Polonia.
Además, Alemania tuvo que rendir su armada, grandes
cantidades de armas y munición, la mayor parte de su flota mercante, 5000
locomotoras, 150000 vagones, 5000 camiones y otros productos. En la cláusula de “culpabilidad de guerra”, el
artículo 231 del tratado de Versalles, declaraba que Alemania aceptaba “la
responsabilidad de Alemania y sus aliados de haber causado todas las pérdidas y
daños… como consecuencia de la guerra…”.
La desmembración del Imperio austrohúngaro en las últimas
semanas de la guerra tuvo como resultado la creación de dos nuevos Estados,
Austria y Hungría. Checoslovaquia, creada a partir de provincias antes
austríacas y húngaras, y Polonia, reconstruida con territorios de Austria, Alemania
y (sobre todo) de Rusia, también se convirtieron en nuevas naciones-Estado.
Serbia obtuvo las provincias eslavas en Austria-Hungría y, unida a Montenegro,
se convirtió en Yugoslavia. Rumanía, aliada con las potencias occidentales,
obtuvo mucho territorio de Hungría, mientras que Bulgaria, como enemigo
derrotado, perdió territorio a favor de Grecia, Rumanía y Yugoslavia. Italia
ganó Trieste, el Trentino y el sur del Tirol germanoparlante de Austria. El antiguo Imperio turco perdió
prácticamente todos sus territorios en Europa, excepto la región inmediata a
Estambul, así como las provincias árabes del Oriente Próximo; en 1922 sucumbió
en una revolución que forjó la República Nacional Turca.
Los nuevos estados que surgieron trataron de hacerse
autosuficientes, durante un tiempo, el comercio llegó prácticamente a
paralizarse por completo. Finalmente, algunos acuerdos superaron estos extremos
de nacionalismo económico, pero otros tipos de restricciones se mantuvieron.
Francia y Gran Bretaña exigían que Alemania les pagara no
sólo los daños a civiles sino también el coste total en que habían incurrido
los gobiernos aliados para continuar la guerra (una indemnización). El
presidente Wilson no reclamó nada para los Estados Unidos pero, no renunció a
cobrarles su deuda. Los franceses por su parte, querían que los Estados Unidos
cancelaran las deudas de guerra, pero insistieron asimismo en recaudar las
reparaciones. Francia,
Gran Bretaña y los restantes países aliados sólo podían pagar a los Estados
Unidos si recibían una cantidad equivalente en reparaciones. Pero la capacidad
de Alemania para pagarlas dependía en última instancia de que pudiera exportar
más de lo que importara y conseguir así las divisas o el oro con que hacer los
pagos. Las restricciones económicas impuestas por los aliados, no obstante,
unido a la debilidad interna de la República de Weimar, hicieron imposible que
Alemania obtuviera excedentes suficientes como para realizar sus pagos anuales.
A final de año, la presión era tan
grande que Alemania suspendió los pagos por completo.
En enero de 1923, tropas francesas y belgas ocuparon el Ruhr
e intentaron obligar a los propietarios y trabajadores de las minas alemanas a
extraer y entregar el carbón. Los alemanes replicaron con una resistencia
pasiva. El gobierno imprimió ingentes cantidades de papel moneda para compensar
los pagos a los trabajadores y empresarios del Ruhr, provocando una oleada de
inflación incontrolada. Los franceses se
retiraron del Ruhr a finales de 1923 sin haber conseguido su objetivo. Una
comisión internacional convocada precipitadamente bajo la presidencia de
Charles G. Dawes, banquero industrial americano, recomendó una rebaja en los
pagos anuales de reparaciones, la reorganización del Reichbank alemán y un
préstamo internacional de 800 millones de marcos a Alemania.
Los problemas económicos cobraron mucha importancia en la
Gran Bretaña de la postguerra por su enorme dependencia del comercio
internacional y por el exceso de confianza depositada en un tipo de industria
que estaba quedándose anticuada. Durante la guerra perdieron los mercados
extranjeros, las inversiones extranjeras, gran parte de su marina mercante y
otras fuentes de ingresos procedentes de ultramar. Las medidas del gobierno para resolver sus
problemas económicos fueron ineficaces. Su única solución para el desempleo
fueron los subsidios gubernamentale.
Una de las industrias más seriamente afectada por la pérdida
de mercados extranjeros y la subida de los costes fue la industria del carbón.
La mayor parte de Europa prosperó a finales de la década.
LA GRAN RECESIÓN
1929-1933
A diferencia de Europa, Estados Unidos salió de la guerra
más fuerte que nunca. Sólo en términos económicos, había pasado de ser deudor a
acreedor, se había hecho con nuevos mercados en su país y en el extranjero a
costa de los productores europeos, y había establecido una balanza comercial
sumamente favorable.
En el verano de 1928, los bancos e inversores americanos
comenzaron a restringir la compra de obligaciones alemanas y de otros países
para invertir sus fondos a través de la Bolsa de Nueva York, que empezó
consecuentemente a subir de forma espectacular. El 24 de octubre de 1929 –el
“jueves negro” de la historia financiera americana- el pánico provocó una
avalancha masiva de venta de acciones en la bolsa, haciendo que los precios de
las mismas cayeran en picado y eliminando millones de dólares en valores
ficticios de papel. Otra oleada de venta se produjo el 29 de octubre, el
“martes negro”. Los bancos exigieron el
pago de los préstamos, forzando aún más a los inversores a lanzar sus acciones
al mercado al precio que quisieran dárselas. Los americanos que habían
invertido en Europa dejaron de hacerlo y vendieron su activo allí para
repatriar los fondos. A lo largo de 1930
continuó la retirada de capital de Europa, situando a todo el sistema
financiero bajo una presión insoportable. Los mercados financieros se
estabilizaron, pero los precios de las mercancías bajaban cada vez más.
En mayo de 1931 el Creditansalt austriaco de Viena suspendió
sus pagos. Aunque el gobierno austriaco congeló los valores del banco y
prohibió la retirada de fondos, el pánico se extendió a Hungría,
Checoeslovaquia, Rumanía, Polonia y, especialmente, a Alemania. En los Estados
Unidos, el presidente Hoover propuso el 20 de junio una moratoria de un año en
todos los pagos intergubernamentales de deudas de guerra y reparaciones.
Francia pactó, y el pánico se extendió a Gran Bretaña, donde el 21 de
septiembre el gobierno autorizó al Banco de Inglaterra a suspender los pagos en
oro.
Tanto las reparaciones como las deudas de guerra prescribieron
simplemente. Sólo Finlandia devolvió su pequeña deuda a los Estados Unidos.
En la Conferencia Monetaria Mundial de 1933 se acordó restaurar
el patrón oro, reducir las cuotas y aranceles de importación e idear otras
formas de cooperación.
Para algunos las causas de la recesión fueron un drástico
descenso de la cantidad de dinero en las economías industriales importantes. Para
otras las causas estuvieron en una caída autónoma del consumo y de las
inversiones. Se han ofrecido más explicaciones: la previa recesión de la
agricultura, la extrema dependencia de los países del Tercer Mundo, una escasez
o mala distribución de las reservas de oro mundiales, etc. La quiebra del patrón oro, la interrupción del
comercio, que nunca se recuperó por completo, y la política económica
nacionalista de la década de 1920 también tienen lugar en la explicación.
La recesión tuvo como consecuencia un aumento del gobierno
en la economía, un cambio en la actitud hacia la política económica (la llamada
revolución keynesiana) y los esfuerzos por parte de todos los países de
Iberoamérica y otros del Tercer Mundo por desarrollar unas industrias propias
que sustituyeran las importaciones.
INTENTOS ANTAGÓNICOS
DE RECONSTRUCCIÓN
Quizá la promulgación más característica de todo el período
fue la ley de Reconstrucción de la Industria. Ésta creó una Administración de
Reconstrucción Nacional (NRA), formada por representantes de la industria cuya
misión había de ser supervisar la elaboración de “códigos de competencia
limpia” para cada ramo de la propia industria. Era un sistema de planificación
económica privada con una supervisión del gobierno para proteger el interés
público y garantizar el derecho de organización y negociación colectiva obrera.
En 1935 el Tribunal Supremo declaró la NRA anticonstitucional.
Contando con las reparaciones alemanas para pagar el coste,
el gobierno francés emprendió inmediatamente un amplio programa de
reconstrucción física en las áreas dañadas por la guerra. Cuando las
reparaciones alemanas no se materializaron en la cantidad esperada, los
inseguros métodos utilizados para financiar la reconstrucción se cobraron su
precio. El franco se devaluó y la inflación contribuyó al crecimiento del
extremismo, de izquierda y de derecha. El franco, cuando por fin se estabilizó,
estaba en realidad infravalorado en relación con otras monedas importantes.
Esto estimuló las exportaciones obstaculizó las importaciones y condujo a una
afluencia de oro. En 1936 tres partidos políticos de izquierda, comunistas,
socialistas y radicales, formaron una coalición –El Frente Popular- y ganaron
las elecciones de aquel año, formando un gobierno bajo el liderazgo del
veterano socialista Leon Blum. El gobierno del Frente Popular nacionalizó el
Banco de Francia y el ferrocarril, y el establecimiento de un máximo de
cuarenta horas laborales a la semana, el arbitraje obligatorio de las disputas
laborales y vacaciones pagadas para los trabajadores industriales. El Frente
Popular no consiguió más que los anteriores gobiernos y se desmembró en 1938.
En el Acuerdo Monetario tripartito de 1936, los gobiernos de
Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos se comprometieron a estabilizar los
tipos de cambio entre sus respectivas monedas para evitar las devaluaciones
competitivas y contribuir así a la restauración de la economía internacional.
En Europa
Central y Oriental, y también en España, la evolución política –el nacimiento
de las dictaduras fascistas- ensombreció los fenómenos puramente económicos,
pero aquella también tuvo sus aspectos económicos. La primera dictadura fue la
italiana. Benito Musolini ocupó su cargo legalmente en 1922, pero no tardó en
consolidar su poder a través de métodos totalitarios. El fascismo glorificaba
el uso de la fuerza, defendía la guerra como la actividad humana más noble,
denunciaba el liberalismo, la democracia, el socialismo y el individualismo,
menospreciaba el bienestar material y consideraba las desigualdades humanas no
sólo inevitables, sino deseables. Por encima de todo, deificaba al Estado como
encarnación suprema del espíritu humano. Musolini alumbró el estado corporativo
que permitía la posesión de propiedad privada, todas las industrias del país se
organizaron en doce “corporaciones” correspondientes a ramos de actividades. En
ellas estaban representados los trabajadores, los propietarios y el Estado. Las
funciones de las corporaciones comprendían la regulación de precios, salarios y
condiciones de trabajo, y proporcionar una seguridad social.
Quien sí tuvo
más éxito combatiendo la recesión fue la Alemania nazi. La economía alemana
llegó en 1939 a tener más puestos de trabajos que trabajadores para ocuparlos.
Esto se consiguió sobre todo por un programa a gran escala de obras públicas
que derivó gradualmente en un programa rearme. Alemania desarrolló el primer
sistema de carreteras moderno y fortaleció y expandió enormemente sus
industrias, lo que le dio una clara ventaja sobre sus enemigos en los primeros
años de la Segunda Guerra Mundial. Los nazis establecieron la filiación
obligatoria al Frente de trabajo Nacional. Abolieron la negociación colectiva
entre trabajadores y empleados, sustituyéndolas por juntas de “agentes
fiduciarios” del trabajo con poderes completos para determinar salarios, horas
y condiciones laborales. No recurrieron a la nacionalización total de la
economía (aunque confiscaron empresas judías para dárselas a miembros del
partido); se apoyaron en la coacción y la vigilancia para conseguir sus
objetivos. Uno de los principales objetivos económicos de los nazis fue lograr
la autosuficiencia de la economía alemana en caso de guerra. Orientaron su
política científica y de investigación hacia el desarrollo de nuevos ersatz o artículos sintéticos, tanto en
bienes de consumo como en suministros militares, que pudieran ser fabricados
con las materias primas disponibles en Alemania. El doctor Hjalmar Schacht,
consejero económico de Hitler, ideó complejos mecanismos monetarios y
financieros para dar al Reichbank mayor control sobre el cambio de divisas;
también negoció acuerdos comerciales con sus vecinos de Europa Oriental y los
Balcanes, que favorecían el truque de bienes manufacturados alemanes por
alimentos y materias primas, evitando así la utilización de oro o de las
escasas divisas.
España, que
había evitado involucrarse en la Primera Guerra Mundial, escapó a muchos de los
problemas y dilemas que acosaron otros países europeos. Su industria, de hecho,
se benefició de algún modo de la demanda durante la guerra, pero siguió siendo
predominantemente una nación agrícola con una agricultura de baja
productividad. Durante la dictadura de Primo de Rivera, de 1923 a 1930, la
economía participó de la prosperidad internacional de la época, per la recesión
que siguió fue uno de los factores que desembocaron en la abdicación de la
monarquía y el establecimiento de la Segunda República en 1931. El clima
internacional en aquellos años era muy poco favorable a las reformas que los
republicanos pretendían realizar. En 1936 el general Franco inició una
sangrienta Guerra Civil que terminó en el derrocamiento de la República en 1939
y la institución de un régimen autárquico similar en algunos aspectos al
fascista de Italia y al nazi de Alemania.
LAS REVOLUCIONES RUSAS Y LA UNICÓN
SOVIÉTICA
La Rusia
imperial entró en la Primera Guerra
Mundial con la esperanza de una rápida victoria sobre las potencias centralesA
principios de marzo estallaron huelgas y disturbios de Petrogrado, algunos
soldados se unieron a los manifestantes y les dieron armas, mientras que
trabajadores del ferrocarril impedían a otras tropas acudir a restaurar el
orden. El 12 de marzo los representantes de varios partidos socialistas se
unieron a los líderes de los soldados huelguistas en un soviet (consejo) de Representantes de Obreros Soldados. El mismo
día un comité de la Duma (el Parlamento) decidió formar un gobierno
provisional, y el 15 de marzo se conseguía la abdicación del zar.
El nuevo
régimen proclamó inmediatamente la libertad de expresión de prensa y de
religión, anunció que emprendería la reforma social y redistribución de la
tierra, y prometió convocar una asamblea constituyente para determinar la forma
de gobierno permanente en Rusia. También intentó continuar la guerra contra
Alemania, lo que acabaría siendo su ruina.
Lenin, el
líder de la facción bolchevique de los partidos socialistas rusos, volvió a Petrogrado
en abril de 1917, y no tardó en dominar el soviet y emprender una campaña
contra el gobierno provisional. Éste último ofreció poca resistencia cuando la
Guardia Roja ocupó el palacio de Invierno, sede del gobierno, el 26 de octubre
de 1917. Al día siguiente Lenin formó un nuevo gobierno, al que llamó Consejo
de Comisarios del Pueblo. En marzo de 1918 el gobierno finalizaba la guerra con
Alemania con el Tratado de Brest-Litovsk (después invalidado por el Tratado de
Versalles). Los bolcheviques, que pasaron a autodenominarse comunistas,
introdujeron una drástica política llamada “comunismo de guerra”, que
comprendió la nacionalización de la economía urbana, la confiscación de la
tierra y su distribución entre los campesinos, y un nuevo sistema legal. Su
característica más sobresaliente fue la introducción de un gobierno de partido
único, la “dictadura del proletariado”, con Lenin como portavoz.
Poco después
de la revolución de octubre el gobierno concedió la independencia a Finlandia, Estonia,
Letonia y Lituania, y se opuso a las de Ucrania, Transcaucasia y otro lugares. El
30 de diciembre de 1922 se constituyó la Unión de repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS). Estaba formada por la República Federal Socialista y
Soviética Rusa (RFSSR –que comprendía la mayor parte de la Rusia Europea más
Siberia- y las repúblicas de Ucrania, la Rusia Blanca y Transcaucasia. El
conjunto estaba dirigido desde Moscú por un pequeño grupo de hombres que
controlaban la maquinaria del Partido Comunista y del gobierno.
Lenin cambió
su política radicalmente con la llamada Nueva Política Económica (NEP). Un
impuesto especial en especie sobre la producción agrícola, se les permitió a
los campesinos vender sus excedentes a precios de mercado libre. Las pequeñas industrias
volvieron a manos privadas y se permitió la producción para el mercado; los
empresarios extranjeros arrendaron algunas de las instalaciones existentes y
obtuvieron concesiones especiales para introducir nuevas industrias. Pero los
sectores estratégicos de la economía (las grandes industrias, el transporte y
las comunicaciones, la banca y el comercio internacional) permanecieron en
manos del Estado.
Lenin murió en
enero de 1924 sin haber designado explícitamente un sucesor. Dos de los máximos
candidatos eran León Trotski y José Stalin.
Mientras que
Trotski defendía la revolución mundial, Stalin finalmente se decantó por
aquellos que pretendían la construcción de un fuerte Estado socialista en la
Unión Soviética. Después que Stalin consiguió la dimisión y el exilio de
Trotski y, finalmente, que fuera asesinado, se volvió contra sus aliados de
antes, acusando a algunos de ser “desviacionistas de izquierdas” y a otros de
ser “oportunistas de derecha”. En 1938 el control que ejercía Stalin sobre el partido
y el país era prácticamente absoluto.
El programa de
Stalin implicaba una reconstrucción masiva de la industria rusa para hacer el
país autosuficiente y poderoso. En 1929 lanzó el primero de los planes
quinquenales. Sin tener en cuenta los costes, los beneficios y las preferencias
de los consumidores, el mecanismo de planificación sustituyó al mercado. Los
sindicatos se utilizaban para mantener la disciplina en el trabajo, impedir las
huelgas y el sabotaje y fomentar la productividad. Los campesinos debían
organizarse en granjas estatales, en éstas, el Estado poseía toda la tierra, el
ganado y la maquinaria y nombraba a un profesional para dirigirlas. Los
objetivos del primer plan quinquenal se
declararon conseguidos oficialmente después de solamente cuatro años y tres
meses.
En 1933 el
gobierno inauguró el Segundo Plan Quinquenal, en el que se suponía que el
énfasis recaía sobre los bienes de consumo; en realidad, el gobierno continuó
dedicando una proporción extraordinaria de sus recursos a bienes de capital y
equipamiento militar. En 1936-1937 tuvo
lugar una característica notable del Segundo Plan Quinquenal: la Gran Purga.
Miles de personas desde trabajadores de clase baja hasta altos dirigentes del
partido y militares fueros juzgados (o ejecutados sin juicio) por crímenes que
iban desde el sabotaje hasta el espionaje y la traición.
El Tercer Plan
Quinquenal, lanzado en 1938, fue interrumpido por la invasión alemana de 1941,
y entonces la Unión soviética volvió a recurrir a algo parecido al “comunismo
de guerra”.
ASPECTOS ECONÓMICOS DE LA SEGUNDA
GUERRA MUNDIAL
La Segunda
Guerra Mundial fue sin duda la más masiva y destructiva de todas las guerras.
Al ser verdaderamente una guerra general implicó directa o indirectamente a las
poblaciones de cada continente y a casi todos los países del mundo. Ésta fue
una guerra de movimiento, en tierra, en el aire y en l mar. Las operaciones
navales, especialmente el uso de los portaaviones, se hicieron mucho más
importantes. La tecnología, basada en la ciencia, engendró muchas de las nuevas
armas especiales, tanto ofensivas como defensivas, desde el radar a los
cohetes-bomba, los aviones a reacción y las bombas atómicas. En el análisis
final, las líneas de producción fueron tan importantes como las líneas de
fuego. El arma secreta final de los vencedores fue la enorme capacidad
productiva de la economía americana.
Los daños a la
propiedad fueron mucho más extensos que en la Primera Guerra Mundial, en gran
parte debido a los bombardeos aéreos. Las fuerzas aéreas americanas se
enorgullecían de sus bombardeos estratégicos, dirigidos a las instalaciones
militares e industriales en lugar de a las concentraciones civiles, per el
informa de Bombardeo Estratégico de Alemania llevado a cabo tras la guerra
mostró que solamente un 10% de las instalaciones industriales habían sido
destruidas de forma permanente, mientras que más del 40% de los hogares civiles
habían sido derribados. En julio de 1943 se lanzaron sobre Hamburgo unas 9000
toneladas de bombas, dejando arrasada prácticamente la ciudad. Lo mismo sucedió
en Dresde hacia el final de la guerra, infligiéndose innumerables bajas, Muchas
otras ciudades de ambos bandos –Coventry, en _Inglaterra y Rotterdam, en los
países Bajos, por ejemplo- sufrieron destinos similares. Leningrado fue
prácticamente destruida por el fuego de artillería, pero nunca se rindió.
Los medios y
modos de comunicación, especialmente los ferrocarriles, puertos y muelles
estuvieron entre los objetivos favoritos. Todos los puentes sobre el río Loira,
que separaba el norte del sur de Francia, fueron destruidos y también todos los
del Rin salvo uno, el famoso Remagen que permitió a los soldados aliados
penetrar en el corazón de Alemania.
Todos los
combatientes recurrieron a la guerra económica, Gran Bretaña (después ayudada
por los Estados Unidos) impuso un bloqueo al que Alemania respondió con una
guerra submarina sin restricciones. Además de sus productos, Alemania pudo
disponer de los recursos de los países ocupados.
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