Tras numerosos años de hundimiento la población de Europa
experimento, a mediados del siglo XV, un gran crecimiento. Este crecimiento se produjo gracias a que la peste
bubónica y otras enfermedades se redujeron progresivamente. En general, las
condiciones de vida mejoraron notablemente, se redujo la mortalidad y aumento
la natalidad, dando como resultado un crecimiento sostenido en la población
europea que se mantuvo en el siglo XVI.
Debido a este gran crecimiento,
se produjo un exceso de población, ocasionando numerosas migraciones, la
mayoría de ellas interiores. Como consecuencia de esas migraciones, la
población urbana creció muy rápidamente, lo cual no fue favorable en el desarrollo económico, ya que los emigrantes
rurales raramente tenían la formación conveniente para trabajar en la ciudad.
Formaban en las ciudades un conjunto de mano de obra no cualificada,
desempleada que cumplimentaba sus escasos ingresos mendigando y con pequeños
hurtos. La miseria, el hacinamiento y la suciedad de sus condiciones de vida
ponían en peligro a todos los ciudadanos.
El periodo de crecimiento
demográfico coincidió con la gran época de exploraciones y descubrimientos que tuvo como consecuencia el establecimiento de
todas las rutas marítimas entre Europa y Asia, y lo que sería aun más decisivo
para la historia mundial, la conquista y colonización del hemisferio occidental
por parte de los europeos. Los descubrimientos afectaron profundamente al curso
del cambio de la economía en Europa.
Los protagonistas de la
exploración y el descubrimiento en Europa fueron España y Portugal, países que se
convirtieron en los más ricos y poderosos.
En 1492, Colon navego, financiado
por los monarcas de España, y descubrió el Nuevo Mundo. Colon pensó que había
llegado a las Indias. Inmediatamente después de conocer la noticia del
descubrimiento, Fernando e Isabel, pidieron al Papa una “línea de demarcación”
para dar el titulo de españolas a las tierras recién descubiertas.
España y Portugal pactaron en el
Tratado de Tordesillas en 1494 la repartición de los territorios que
corresponderían a cada reino a fin de evitar una confrontación armada directa
que les debilitara frente a otros reinos rivales.
La expansión europea en
ultramar y la conquista colonial perteneció casi en exclusiva a España y Portugal,
producto de sus descubrimientos y exploraciones. Sus dominios eran los más
extensos, y su riqueza y poder, los más grandes del mundo.
Hacia 1515, los portugueses se
habían hecho los dueños del océano Índico y entablaron relaciones comerciales
con Siam y Japón. A causa de su escasa población, no intentaron conquistar o
colonizar sus territorios descubiertos, únicamente controlaron las rutas
marítimas.
A diferencia de los portugueses,
los españoles desde un principio se encargaron de colonizar y poblar las zonas
conquistadas. Llevaron de Europa técnicas, equipamiento e instituciones, que
impusieron por la fuerza. Además los españoles introdujeron productos
naturales, entre ellos el trigo y otros cereales, azúcar, el café, las
verduras, frutas y muchas otras formas de vida vegetal. Además de diversas
especies de animales. Otros rasgos de la civilización europea que entraron en
América fueron las armas de fuego, el alcohol, y diversas enfermedades como el
sarampión o la viruela. Las exportaciones
legales de las colonias españolas en el Nuevo Mundo consistían principalmente en
lingotes de oro y plata.
El flujo de oro y, sobretodo,
de la plata de las colonias españolas aumento enormemente las reservas europeas
de los metales monetarios, provocado por el propio gobierno español ya que
enviaba grandes cantidades a otros países europeos para solventar sus deudas y
financiar sus numerosas guerras. Desde esos países los metales preciosos se
extendieron por toda Europa. El resultado más visible e inmediato fue un alza
espectacular y prolongada de los precios. La subida de los salarios quedó
bastante rezagada con respecto a la de los precios de las mercancías.
Este acontecimiento denominado
“la revolución de los precios”, como cualquier inflación, redistribuyo los
ingresos y la riqueza, tanto de los individuos como de los grupos sociales.
A finales del siglo XVI, la
presión de la población sobre los recursos se hizo extrema, y en la primera
mitad del siglo XVII, una serie de malas cosechas, nuevos brotes de peste y
otras enfermedades epidémicas, y la mayor ferocidad e incidencia de las guerras
frenaron la expansión demográfica.
La explicación simple para el
cese del crecimiento demográfico en el siglo XVII es el fracaso de la
tecnología agrícola para avanzar de forma significativa, con el consiguiente
estancamiento, o incluso una probable disminución, de la productividad agrícola
media.
En Europa, la agricultura
seguía siendo la actividad económica más importante. Presentaba una gran
diversidad en las tierras. La más variada en sus tierras era Italia. Sin
embargo, a pesar de su diversificación, la producción agrícola italiana no puedo
aguantar el ritmo de crecimiento demográfico.
España, presentaba casi tanta
variedad como Italia. La agricultura española recibió una rica herencia de sus
predecesores musulmanes. Desafortunadamente, los monarcas españoles, decretaron
la expulsión de los judíos, que eran expertos agricultores y artesanos, del
reino. Los cristianos que los reemplazaron fueron incapaces de conservar los
sistemas de regadío y otros aspectos de la sumamente productiva agricultura
mora. Otro obstáculo al que se enfrento la agricultura española fue la
rivalidad entre campesinos y propietarios de ganado lanar. Los pastores seguían
la práctica de la trashumancia, es decir, el traslado de los rebaños de los
pastos montañosos en verano a los de las tierras bajas en invierno.
Los ganaderos, organizados en
un gremio o asociación comercial llamado la Mesta, constituían un poderoso
grupo de presión en la corte. Los rebaños trashumantes tenían una lana muy
valiosa que producía ganancias en efectivo. Los monarcas concedieron a la Mesta
privilegios especiales a cambio del aumento en los impuestos.
En otras partes de Europa
Occidental predominaba el sistema de campos abiertos.
La zona agrícola más avanzada
de Europa eran los Países Bajos, especialmente los del norte, con su centro en
la provincia de Holanda. A lo largo de los siglos XVI y XVII, la agricultura
holandesa experimento un cambio impresionante por el cual merece que se la
denomine la primera económica agrícola moderna. La modernización de la
agricultura estuvo íntimamente ligada al también impresionante nacimiento de la
superioridad comercial holandesa.
Con respecto a la tecnología
industrial y su productividad en Europa, el invento más destacado del siglo XV
fue la imprenta, aumento enormemente la productividad en el comercio de libros.
Otros inventos de la época en los campos de los instrumentos de navegación, las
armas de fuego y la artillería, y la relojería, tuvieron una menor repercusión.
La orientación comercial de la
economía europea, mayor en la industria que en la agricultura, animo a los
empresarios, que pudieron reducir los costes de producción y responder con
rapidez a los cambios en la demanda del consumidor. Pero las innovaciones
enfrentaban también a grandes obstáculos, como era el temor el desempleo como
resultado del ahorro de la mano de obra que suponían las innovaciones, y la creciente
competencia.
En el negocio textil no se introdujo
ninguna innovación y siguió siendo el mayor proveedor de empleo industrial. El
negocio de la construcción experimento un notable progreso tecnológico en el
diseño y la construcción de barcos y en los instrumentos de navegación,
destacando los barcos de los Países Bajos.
Las industrias metalúrgicas adquirieron
un valor estratégico debido a la creciente presencia de las armas de fuego y
artillería en la guerra.
Los descubrimientos en
ultramar, al proporcionar nuevas materias primas, incitaron directamente la
aparición de nuevas industrias, las refinerías de azúcar y las fábricas de
tabaco fueron las más importantes.
De todos los sectores de la
económica europea, el comercio fue sin duda el más dinámico entre los siglos XV
y XVIII. El intercambio comercial era local. Las ciudades recibían el grueso
del suministro de alimentos de las tierras del interior vecinas y, a cambio,
les proporcionaban productos manufacturados y servicios. Más interesantes, e
importantes para la historia del desarrollo económico, fueron los cambios que
se produjeron en el comercio a distancia. Los cambios más destacados, además de
la apertura de las rutas de ultramar, fueron el traslado del centro de gravedad
del comercio europeo desde el Mediterráneo hasta los mares del norte, un ligero
pero perceptible cambio en la clase de mercancías objeto del comercio a
distancia, y cambios en la formas de la organización comercial.
Debido a que los españoles y
los portugueses, concentrándose en la explotación de sus imperios en ultramar
dejaron el negocio de la distribución de sus importaciones por Europa, y
también el del envió de la mayoría de sus exportaciones a las colonias, a otros
europeos, provocando la aparición de competidores más eficaces, como los Países
Bajos, sobretodo los irlandeses y los flamencos.
Destaco el comercio de la
pimienta, y el de con seres humanos: el tráfico de esclavos, prohibido en el
siglo XIX.
En el siglo XV podían
encontrarse colonias de mercaderes italianos en los principales centros
comerciales: Ginebra, Lyon, Barcelona, Sevilla, Londres, Brujas y,
especialmente, Amberes, que la primera del siglo XVI se convirtió en el centro
distribuidor más importante del mundo. La organización del centro distribuidor
era ya bastante compleja, el primer requisito es una bolsa o un mercado. Por
regla general, los productos que se mostraban no se intercambiaban en el acto.
Después se realizaban los pedidos y los bienes se mandaban desde los almacenes.
El uso del crédito estaba extendido y la mayoría de los pagos se hacían con
instrumentos financieros.
El comercio de especias del
imperio portugués era un monopolio de la corona, la armada portuguesa hacia las
veces de flota mercante y todas las especias tenían que ser vendidas a través
de la Casa de Indias en Lisboa. Los oficiales de la corona eran los encargados
de realizas las compras de especias en el océano indico, y de embarcarlas con
destino a Portugal. El pago se hacía en metales preciosos, oro y plata, además
de armas y municiones.
El comercio entre España y sus
colonias era monopolio de la corona de castilla, pero a efectos prácticos el
gobierno lo traspaso a la Casa de Contratación, una organización gremial
ubicada en Sevilla que operaba bajo la vigilancia de los inspectores del
gobierno. Todos los barcos que cubrían la ruta entre España y sus colonias
salían en convoyes. La razón oficial para utilizar el sistema de convoy era
proteger la carga de lingotes de los corsarios y, en tiempos de guerra, de los
enemigos.
Un buen resumen sobre el capítulo 5 de la HISTORIA ECONÓMICA MUNDIAL de Rondó Cameron si te ves apurado
ResponderEliminarEstudiate de economía en la Uc3m, 1er año