1.
SUIZA
Suiza había sentado ya antes de la mitad
del siglo XIX las bases que permitirían un desarrollo posterior acelerado, pero
aún tenía una estructura económica preindustrial.
Es un país pequeño en cuanto a territorio
y población, también carece de recursos naturales que no sean agua y madera.
Apenas posee carbón y tiene mucha extensión de terreno montañoso, a pesar de
esto los suizos alcanzaron uno de los niveles de vida más alto del mundo.
Las causas fueron diversas, una de ellas
fue el aumento de la población, que en el siglo XIX se duplicó.
Suiza dependía mucho de los mercados
internacionales, sobre todo para exportar sus productos. Su éxito fue una
combinación de tecnología avanzada y la explotación de industrias intensivas en
mano de obra. Esto dio como resultado productos de gran calidad, alto precio y
valor añadido, como los relojes suizos, tejidos de lujo, compleja maquinaria
especializada y sus exquisitos quesos y chocolates. Casi todo el personal de la
industria era cualificado.
Los suizos se habían especializado en
tejidos de alta calidad, entre ellos los bordados, y habían mejorado los
telares manuales. Con el tiempo las mejoras se aplicaron a la mecanización,
pero siempre diseñada a proporcionar gran calidad. Las industrias textiles más
importantes fueron las de la seda. Hubo otra serie de industrias que superaron
a la textil en cuanto a cantidad de las exportaciones, como fueron las de
maquinaria especializada, productos alimenticios, relojes, química y productos
farmacéuticos. Logró establecer una sólida industria de transformación de metal
y los ingenieros suizos hicieron aportaciones muy valiosas a la nueva
industria.
Se especializaron en productos exóticos y
de alto valor, y también en productos farmacéuticos, resultado de sus propias
investigaciones
Suiza fue el país que más transformó la
llegada del ferrocarril, de capital extranjero, pero no fue rentable, y el
gobierno lo recompró por un valor inferior al real y procedió a electrificar
las líneas, a partir de lo cual se empezó a rentabilizar.
2.
LOS PAÍSES BAJOS Y
ESCANDINAVIA
Estos cuatro países, después de
retrasarse considerablemente respecto de los industrializados durante la
primera mitad del siglo, aceleraron con fuerza en la segunda mitad, sobre todo
al final. Los países escandinavos tenían
los índices de alfabetización más altos de Europa, incluso del mundo, y los
Países Bajos se encontraban por encima de la media europea.
Ninguno de los cuatro países tenía
carbón, razón por la que no se hallaron entre los primeros países
industrializados y por la que no desarrollaron la industria pesada. Suecia
contaba con ricos yacimientos de hierro, vastas extensiones de bosque y energía
hidráulica. Noruega también tenía madera, algunos yacimientos de metal y un
enorme potencial hidráulico. En estos dos países la energía hidráulica tuvo
gran importancia para su desarrollo y fue fundamental para la explotación de la
energía hidroeléctrica.
Los 4 países tenían acceso directo al mar
que les facilitaba un transporte barato, una marina mercante, una industria
naviera y un abastecimiento para la población de pescado. Todos crearon puertos
comerciales adaptados a los barcos de vapor y se beneficiaron de la supesión de
las restricciones marítimas internacionales.
La electricidad supuso una bendición para
las economías de los cuatro países. Suecia y Noruega, se vieron especialmente
favorecidas, incluso Dinamarca y los Países Bajos, que podían importar carbón
barato, también se aprovecharon de la electricidad generada por el vapor. Los
cuatro países desarrollaron rápidamente industrias para la fabricación de
maquinaria eléctrica y productos como bombillas… y sus ingenieros fueron
pioneros en la industria eléctrica. La electricidad permitió a estos países
desarrollar, sin carbón ni industria pesada, las industrias de fabricación de
metales y maquinaria.
Era posible desarrollar industrias
refinadas y aumentar el nivel de vida de la población sin necesidad de poseer
industria pesada o grandes recursos carboníferos.
3.
EL IMPERIO AUSTRO-HÚNGARO
Se caracterizaba por la enorme diversidad
regional, con las provincias del oeste mucho más avanzadas económicamente que
las del este. Los factores de su retraso industrial fueron varios, como la
topografía, que dificultaba en gran medida el transporte y la comunicación
dentro y fuera de sus fronteras, y la escasez y mala ubicación de sus recursos
naturales.
A mitad del siglo se hicieron varias
reformas que condujeron a mejoras económicas, como fue la abolición de la
servidumbre, y la supresión de las aduanas que separaban la mitad austríaca de
la húngara.
Su obstáculo institucional más importante
fue la política proteccionista de la monarquía que reinaba. Las altas tarifas
aduaneras afectaban tanto a los productos importados como a los exportados, ya
que las industrias protegidas no podían competir en los mercados exteriores. La
posición geográfica y la topografía del terreno contribuían a sus pobres
resultados en el comercio internacional, aunque la unión aduanera interna
compensó en parte tal carencia.
A pesar de los obstáculos el imperio
experimentó un crecimiento industrial y económico a lo largo del siglo XIX. El
transporte desempeñó un papel muy importante, ya que ante la falta de ríos navegables y buenas carreteras, se
construyeron ferrocarriles.
Tenían la mayor concentración de molinos
de Europa, y empezó a fabricar maquinaria eléctrica para moler. Sus principales
exportaciones fueron bienes de consumo, como harina, licores y cerveza.
Tenía algo de industria pesada, y
contaban con algunas fábricas de maquinaria y máquinas herramienta.
4.
LA PENÍNSULA IBÉRICA
Las historias económicas de España y
Portugal durante el siglo XIX son bastante parecidas. Ambas naciones emergieron de las guerras
napoleónicas con sistemas económicos primitivos, incluso arcaicos, y regímenes
políticos reaccionarios.
Las finanzas públicas eran lamentables en
ambos países. Hubo guerras civiles, en las que ambos bandos de los dos países
pidieron préstamos en el extranjero para afrontar sus gastos militares, que los
perdedores dejaron de pagar y los ganadores difícilmente pagaban.
La escasa productividad agrícola seguía
siendo una gran debilidad. Un amplio sector de la agricultura era de
subsistencia y otro, mucho menor, de agricultura comercial. Que se coordinaba
con el sector casi inexistente de la industria, comercio y servicios.
España intentó poner en práctica una
reforma agraria en la primera mitad del siglo. Pero resultó un completo
fracaso. El gobierno confiscó las tierras de manos muertas, con la intención de
venderlas a los campesinos, pero las necesidades financieras del Estado eran
tan graves que se las vendieron al mejor postor, y el resultado fue que las
tierras acabaron en manos de la burguesía y la aristocracia. El aumento de la
población en ambos países se reflejó en una expansión del cultivo de cereal en
tierras más pobres, lo que supuso una pérdida de pastos para el ganado y un
descenso aún mayor de la productividad.
A mitad de siglo, el vino y el brandy
representaban la cuarta parte de las exportaciones españolas, pero una
enfermedad de la vid que se extendió desde Francia hizo que la producción
cayese en picado, y con ella las exportaciones. Mientras se fue desarrollando
una nueva fuente de divisas que sustituyese a los viñedos: la venta de metales
y minerales. Los principales fueron el mercurio, y más tarde el plomo, para las
tuberías , como resultado de la apertura de yacimientos extremadamente ricos en
el sur de España.
El capital extranjero predominaba en
bancos y ferrocarriles, y éstos últimos no fueron rentables hasta final de
siglo. A finales del siglo, se estableció una pequeña industria siderúrgica en
la zona de Bilbao, que pasó a ser una de las zonas más ricas del país
5.
ITALIA
Existía una acentuada pendiente económica
de norte a sur, y fue en el norte donde se inició el movimiento de unificación
nacional, ya que era un país muy dividido y dominado por influencias extranjeras,
y que se unificó hacia mitad del siglo.
La mayor parte de su población se
dedicaba a labores agrícolas poco productivas. La unidad del Estado había
solventado uno de los obstáculos principales para el desarrollo, la
fragmentación del mercado, pero había que mejorar los transportes y las
comunicaciones. La legislación progresista y el sistema administrativo del
Piamonte se extendieron por toda la nación, pero no consiguieron acabar con el
carácter retrogrado de las instituciones o el analfabetismo del país. Las leyes
no podían aliviar la carencia de recursos naturales y solo una administración
eficiente podía sacar adelante un país con capital tan escaso.
Era un país que dependía mucho del
capital extranjero y la presión demográfica hizo emigrar a mucha gente, sobre
todo a Estados Unidos y Argentina.
6.
EL SUDESTE DE EUROPA
Eran los cinco países más pobres de la
Europa al oeste de Rusia. Eran Albania, Grecia, Bulgaria, Rumanía y Serbia.
Todos estos países habían ido consiguiendo la independencia del Imperio Otomano
a partir de 1815 y sobre sus economías pesaba como una losa la herencia de esta
dominación. Todos eran básicamente rurales y agrarios, y más de las tres
cuartas partes de su fuerza de trabajo pertenecía al sector primario. La
tecnología era muy arcaica y la productividad y renta per cápita muy bajas. La
escasez de recursos naturales aumentaba la presión sobre la población. El
recurso mineral más importante era el petróleo de Rumanía, que varias empresas
extranjeras empezaron a explotar a finales del siglo XIX.
El comercio con otros países consistía en
la exportación de productos agrícolas y la importación de bienes manufacturados
de consumo. Los gobiernos pedían préstamos en el extranjero para financiar la
construcción de ferrocarriles, que no consiguieron eslabonamiento hacia atrás.
A principios del siglo XX la industria moderna no había penetrado casi en estos
países.
7.
RUSIA IMPERIAL
A principios del siglo XX, el Imperio
ruso era considerado una de las grandes potencias. Poseía grandes industrias
textiles, la mayor parte de algodón y lino, y también industria pesada: carbón,
hierro colado y acero; y era el segundo productor de petróleo del mundo. Pese a
esto, seguía siendo un país eminentemente agrario. Más de dos tercios de la
población trabajaban en labores agrícolas. La productividad era muy baja,
lastrada por una tecnología primitiva y la escasez de capital. En 1861 se
abolió la servidumbre y aumentó un poco la productividad.
El gobierno promovió un programa de
construcción de ferrocarriles, basado en capital y tecnología extranjeros, y
reformó el sistema bancario para que se introdujeran algunas de las técnicas
financieras de Occidente. Estas políticas fueron efectivas y contribuyeron a
que la producción creciera a un ritmo muy elevado.
Gran parte del mérito de este ascenso se
debe al programa de construcción de vías
férreas y la expansión de las industrias mineras y metalúrgicas asociadas al
desarrollo del ferrocarril. Había ricos yacimientos de carbón y hierro
separados por muchos kilómetros y con la construcción del ferrocarril entre las
dos zonas y varios altos hornos, hizo que la producción aumentara
considerablemente.
El gobierno puso altos aranceles a
productos siderúrgicos, pero a la vez facilitó la compra de los equipos más
modernos para la fabricación de productos de hierro y acero y mecánicos.
El despegue de la industria rusa en la
última década del siglo XIX fue seguido de un retroceso en los primeros años
del XX, con la Revolución Rusa. Fue sofocada, pero inspiró una serie de reformas,
políticas y económicas, que condujeron a una mejora en la productividad
agrícola.
8.
JAPÓN
Durante la primera mitad del siglo, este
país mantuvo una política de exclusión de toda influencia extranjera. La
sociedad estaba estructurada en rígidas clases sociales, o castas, a través de
un sistema bastante parecido al del feudalismo. La organización económica era
muy refinada, poseían mercados muy activos y un sistema de crédito. El índice
de alfabetización era muy superior al del sur y el este de Europa.
Con la entrada de un nuevo gobierno tras
un golpe de estado, se abolió el antiguo sistema feudal. Fue la Restauración
Meiji, con la que se puso en el trono de nuevo al emperador. En esta época, se
abrió hacia occidente, tomando lo mejor de cada sistema y de cada país para
imitarlo, por ejemplo, el sistema burocrático francés, la armada británica y
así todos los aspectos económicos e industriales. El nuevo gobierno heredó
muchos problemas financieros por la emisión de billetes por los bancos, y los
solucionó creando un banco central, el Banco de Japón, que tuvo el monopolio de
la emisión de billetes, de tal modo que el resto de bancos nacionales se
convirtieron en bancos de depósitos comerciales según el modelo inglés.
El gobierno se propuso introducir en el
país toda la gama de industrias de corte occidental. Japón era un país pobre en
recursos naturales. El cereal principal era el arroz, que era la base de la
alimentación, complementada con pescado y marisco extraídos de sus ricas aguas
costeras. Disponían de algunos yacimientos de cobre y carbón, que contribuían a
las exportaciones y al consumo interior.
La industria de la seda aumentó gracias a
la introducción de maquinaria moderna y la mayor parte de la producción se
exportaba. Otro gran producto agrario japonés era el té. La industria del
algodón progresó también con rapidez. Funcionaba con tecnología sencilla y mano
de obra barata sin especializar.
La industria pesada tuvo un desarrollo
más lento, logrado gracias a subsidios del gobierno y a la protección arancelaria.
La Primera Guerra Mundial supuso para Japón una bendición, debido a la demanda
de productos japoneses. Al entrar en la guerra en el bando aliado, Japón
también logró poner bajo su control las colonias alemanas del Pacífico y
algunas concesiones en China.
muy bueno me sirvió muchas gracias
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