El islam tuvo su origen en Arabia en el siglo VII. El profeta
Mahoma, su fundador, había sido mercader antes de convertirse en líder político
y religioso. A su muerte (632) sus seguidores, desde Arabia y en cien años
habían conquistado un enorme imperio que se extendía desde Asia Central hasta
España, a través de Oriente Medio y el norte de África.
Volvieron a expandirse a partir del siglo XII, difundiendo su religión y
costumbres por Asia Central, India, Ceilán, Indonesia, Anatolia y el África
subsahariana. La lengua común de la civilización islámica era la lengua árabe;
en la que estaba escrito su libro sagrado, el Corán. Los árabes originarios eran principalmente
nómadas. En las tierras que conquistaron practicaron una agricultura de regadío
que alcanzó un alto nivel de productividad y aunque muchos continuaron siendo
nómadas y cuidando sus rebaños de cabras, ovejas y camellos, acabó siendo una
civilización predominantemente urbana.
Dominaban
las rutas de caravanas entre el Mediterráneo y China y eran los principales
intermediarios entre Europa y Asia. Viajaban y comerciaban por tierra y
mar.
Introdujeron
nuevos cultivos: arroz, caña de azúcar, algodón, cítricos, sandía y otros
frutos y verduras. Los comerciantes cristianos aprendieron las prácticas y
técnicas comerciales de los musulmanes.
Entre
los pueblos que aceptaron el islam como religión había una serie de tribus
turcas nómadas de Asia Central. Tentadas por la riqueza del califato árabe
arrebataron a éste Persia. Los conquistadores turcos que lograron mayor
prosperidad fueron los otomanos, los cuales extendieron su dominio al
Cercano y Medio Oriente, norte de África, Grecia y los Balcanes.
En el vasto imperio que los turcos
controlaban se siguieron las mismas
actividades económicas que habían practicado antes de ser conquistadas.
La
agricultura era la principal ocupación.
Funcionarios turcos destinados en las provincias del imperio mantenían
el control y el orden , y obtenían las rentas de las parcelas de terreno en
forma parecida al feudalismo europeo medieval.
En Asia
Oriental aparece la civilización china a
principios del segundo milenio a.C., con uno de los desarrollos más autónomos
que han existido.
Las dinastías surgían y
caían y entre una y otra había períodos de anarquía y estados en guerra.
El confucianismo (filosofía, no religión) es la base filosófica de la
civilización china y no la pudo desplazar ni el budismo ni el taoísmo.
El emperador era todopoderoso, y los burócratas del gobierno estaban
representados por los mandarines (versados en la filosofía de Confucio).
La cuna de la civilización china estaba situada en el curso medio del
valle del río Amarillo, donde el fértil suelo permitía el cultivo
principalmente del mijo (alimento básico). Más tarde se cultivó trigo, cebada y
arroz. Hacia el año 1000 se introdujo una variedad de arroz que permitió la
doble cosecha anual y hubo un gran incremento de la productividad. Se produjo
un crecimiento urbano y surgieron algunos oficios. La porcelana, el papel y la
imprenta son inventos chinos. En general, los chinos alcanzaron antes que
Occidente un grado bastante alto de desarrollo técnico y científico.
A pesar de
esto, China no experimentó el progreso tecnológico necesario para conducirla a
la era industrial.
Las masas de campesinos eran tan pobres que no podían hacer de hierro
sus herramientas a pesar de que China sobresalía en su producción.
La filosofía de Confucio consideraba a mercaderes y comerciantes clases
sociales inferiores. En el siglo XIII, Genghiskhan procedente de Mongolia
(norte de China) irrumpió con su ejército y junto con sus sucesores crearon un
gran imperio, el de mayor continuidad territorial que ha conocido el mundo, que
se extendía desde el océano Pacífico en el este hasta Polonia y Hungría en el
Oeste. Se asentaron y adoptaron la civilización de los conquistados. En China
se asentaron como dinastía Yuan y adoptaron las costumbres chinas.
Fueron
derrocados al cabo de un siglo (1368) por la dinastía Ming que estableció las
costumbres tradicionales, especialmente el confucionismo y el sistema
mandarín.
La primera mitad de la era Ming fue testigo de un considerable
crecimiento económico y demográfico. Barcos y mercaderes chinos comerciaron con
regiones de ultramar: Japón, Filipinas, sudeste asiático, península Malaya e
Indochina. Más tarde (comienzos del siglo XV) crearon colonias en puertos de
Ceilán, India, golfo Pérsico, mar Rojo y costa oriental africana. De pronto, en
1433 el emperador prohibió los viajes, destruyó los barcos capaces de surcar
océanos e impidió que sus súbditos volvieran a salir al extranjero.
El subcontinente indio (Asia meridional) tiene una población
con diversos orígenes étnicos y lenguas. A lo largo de su historia, desde la
primera civilización junto al río Indo en el tercer milenio a.C. hasta el
presente, ha visto surgir y caer principados, reinos e imperios.
En
la economía, más impacto que los gobiernos tuvo la religión. La primitiva
religión original fue el hinduismo, y una de sus variantes el budismo tuvo
mayor aceptación en China, Corea y Japón.
El
islam se introdujo en el subcontinente a principios del siglo VIII.
Uno de los modos
en que la religión interfirió en la economía fue a través del sistema hindú de
castas. La casta venía determinada principalmente por la ocupación y las castas
originarias eran cuatro: los brahamanes o sacerdotes; una casta de guerreros y
dirigentes; otra de granjeros, artesanos y mercaderes y una última de
sirvientes; con el tiempo se multiplicaron hasta una o varias para cada
profesión. Otro elemento de la religión hindú enemigo del progreso económico
fue su veneración por el ganado vacuno.
Desde siempre y aún hoy, la gran mayoría de la población habitaba en
pueblos y se dedicaba principalmente a la agricultura con una productividad muy
baja, casi de subsistencia. El poco comercio que existía estaba en manos de
árabes principalmente.
El
sudeste asiático (Indonesia incluida) aportó dos contribuciones importantes a
la civilización mundial: el arroz y las especias. Los musulmanes, árabes o no,
fueron los principales intermediarios entre la India e Indonesia. Los árabes
transportaban los cargamentos desde la India hasta Alejandría y otros emporios
del Mediterráneo oriental, allí los mercaderes italianos los compraban y
distribuían a toda Europa.
Desde
los primeros tiempos, la historia del norte de África está íntimamente
relacionada con la historia europea, especialmente con la de la Europa
mediterránea. La ausencia casi absoluta de documentos escritos anteriores a la
llegada de los europeos hace muy problemática su historia. La historia escrita
de África empieza en el antiguo Egipto, los
fenicios recorrieron toda la costa africana y Cartago, una de sus colonias
rivalizó con Roma por el control del Mediterráneo. Gracias a las conversiones
al islam que tuvieron lugar en la franja subsahariana del África negra, África
entró en contacto con la economía europea.
La economía del norte de África era muy similar a la de la Europa
mediterránea: se cultivaban cereales y predominaba el pastoreo nómada. Existía
un comercio muy activo y la industria en cambio era de tipo doméstico.
El comercio transahariano (con camellos) se limitaba a artículos de poco
volumen y elevado valor, sobre todo oro y marfil.
Los grandes ríos africanos –Nilo, Níger, Zambeze y otros- no estimularon
el desarrollo que habría podido esperarse del comercio por la frecuencia en su
curso de cascadas y rápidos.
Su población era muy variada. El grupo social básico era en todos los
casos la tribu, que se situaba por encima de la familia. Su economía iba desde
la caza y la recolección más primitiva hasta una agricultura y ganadería más
complejas que se practicaban en la sabana y otros espacios abiertos. En el
África subsahariana debido al clima estaban obligados a la cultura de la azada.
Prácticamente no había comercio. Los nómadas del Sahel (franja sur del Sáhara)
intercambiaban leche, carne y lana de sus rebaños por cereales, tejidos y
metales de los sedentarios de la sabana
Los
investigadores están de acuerdo en que la población nativa india de las Américas (amerindios) descienden de pueblos mongoloides
que hace miles de años y en varias corrientes migratorias cruzaron el estrecho
de Bering.
La
densidad de población variaba considerablemente en proporción directa a la
productividad de la economía: era mayor en las áreas cuyos habitantes
practicaban agricultura sedentaria y menos en aquellos cuya población vivía aún
de la caza y la recolección.
Los amerindios descubrieron la agricultura independientemente de los
habitantes del Viejo Mundo, pero no todos ellos la practicaban. El cultivo
básico era el maíz, complementado con tomates, calabazas, judías y en las zonas
altas andinas con patatas. Su cultura era de azada, ya que no tenían animales
de tiro. No conocían el hierro, sus utensilios eran de madera, hueso, piedra y
obsidiana. Pese a su tecnología primitiva, crearon una arquitectura monumental
y complejas obras de arte. Existen restos arqueológicos de la mitad del segundo
milenio a.C. que prueban la existencia de comercio entre lugares situados a
gran distancia. Entre los siglos VIII y IV a.C., la cultura olmeca
localizada a lo largo de la costa del golfo de México comerciaba con el área
montañosa del centro de México.
La
civilización maya, situada en lo que hoy son Guatemala y
Yucatán, surgió aproximadamente en esta época. Sus construcciones más
características son sus enormes pirámides con templos en la parte superior.
Poseían un calendario y una escritura. Se sabe que había mercados y que el maíz
era su alimento básico. Tuvo su cenit entre los siglos IV y IX de la era
cristiana y se cree que la población se rebeló contra los sacerdotes.
Después
de los mayas otras culturas de la altiplanicie mexicana alcanzaron bastante
desarrollo. Entre ellas estaban los toltecas, chichimecas y mixtecas. A mediados
del siglo XIV la tribu azteca, un pueblo cruel
y guerrero cuya capital era la actual Ciudad de México los conquistó. Poco después de 1200, los incas, una tribu del actual Perú y cuya capital era Cuzco,
empezó la conquista militar de toda la zona que va desde Ecuador hasta Chile.
No tenían escritura pero sí un sistema de distribución gubernamental de
cereales y mercados privados.
Los indios del sudeste de EEUU practicaban la agricultura de regadío,
regaban sus campos inundándoles con agua desviada de los arroyos y construyeron
asentamientos urbanos.
En la región norte de los Grandes Laos fabricaban herramientas y armas
de cobre (mineral local). El resto de la población de las Américas, desde los
esquimales a los habitantes de Tierra del
Fuego, sobrevivían primitivamente a base de la caza y la recolección en
zonas escasamente pobladas.
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