1.
GRAN BRETAÑA
Fue la
<<primera nación industrial>>. Generaba una cuarta parte de la
producción industrial del mundo y se convirtió en la primera nación comercial
del mundo. A finales del siglo XIX perdió la primera posición de la producción,
pero mantuvo su posición en el comercio internacional. Los tejidos, el carbón,
el hierro y la ingeniería, fueron los pilares de su economía. Respecto a la
industria siderúrgica, Gran Bretaña producía más de la mitad del hierro colado
mundial.
La industria
textil necesitaba constructores y reparadores de máquinas, la siderurgia
producía los suyos, y la industria del carbón necesitaba bombas de extracción
eficaces y transporte barato, lo que dio como resultado el desarrollo de la
máquina de vapor y el ferrocarril, siendo éste último la industria más
relevante del siglo XIX. La industria naval también sufrió grandes evoluciones,
pasó de la vela al vapor y de la madera al acero, llegando a producir el 60 % de
la construcción naval mundial a principios del siglo XX.
La agricultura
era aún la actividad que empleaba mayor cantidad de mano de obra y el servicio
doméstico la segunda.
Inglaterra no
podía mantener su superioridad por tiempo indefinido al empezar a industrializarse
naciones menos desarrolladas pero bien provistas de recursos, como Rusia y
Estados Unidos principalmente. Los minerales no ferrosos del país fueron
agotándose o competir con los precios más baratos del exterior, pero en la
mayoría de los casos esa materia prima más barata la extraían e importan de
países como España.
El atrasado
sistema educativo de Gran Bretaña pudo tener parte de la culpa del retraso
industrial y de las deficiencias empresariales. Gran Bretaña fue el último de
los grandes países occidentales en adoptar la escolarización elemental pública
obligatoria, fundamental en la mano de obra cualificada. Las pocas
universidades inglesas prestaban una atención mínima a la ingeniería y la
ciencia.
De todas las
grandes potencias, Gran Bretaña era la que más dependía tanto de las
exportaciones como de las importaciones para su bienestar material.
2.
ESTADOS UNIDOS
La población
creció de manera exponencial en el siglo XIX pasando de 4 millones en 1790 a
más de 40 millones de habitantes en 1870, debido al gran crecimiento
demográfico natural y la emigración de europeos.
La renta y la
riqueza crecieron aún más rápidamente que la población. Los salarios eran más
altos que en Europa, y las oportunidades de éxito individual y las libertades religiosas y políticas
contribuyeron a ello. Las causas de este aumento fueron variadas. Una de esas
causas era la gran cantidad de tierras y riqueza de recursos naturales
disponibles, y otra el rápido progreso tecnológico, debido a la escasez de mano
de obra, que dotó de gran importancia la maquinaria, que sustituía a los
obreros, tanto en la agricultura como la industria.
A principios
del siglo XIX la población estaba repartida a lo largo de la costa atlántica, y
la comunicación se llevaba a cabo mediante barcos y unos pocos caminos. Los
ríos eran la única vía de acceder al interior. Para eliminar estas barreras,
los estados y ayuntamientos, junto a intereses privados, llevaron a cabo un
programa de creación de canales y caminos de peaje, que fracasaron en poco
tiempo. La causa fue el ferrocarril, que en 1840 tenía más kilómetros
construidos que toda Europa junta.
A pesar del
rápido crecimiento de los productos manufacturados, en el siglo XIX Estados
Unidos siguió siendo una nación
principalmente rural, ya que buena parte de la producción fabril tenía lugar en
áreas rurales. El fin de las industrias con base rural fue la llegada de las
centrales generadoras de energía eléctrica.
3.
BÉLGICA
La región
tenía una larga tradición industrial y adoptó el modelo de industrialización
británico. Sus yacimientos de carbón eran de difícil acceso, y en sus cercanías
se encontraban minas de hierro, que reducía costes de transporte. Bélgica
recibió importantes inyecciones de capital extranjero, así como de tecnología,
y tenía una situación privilegiada en ciertos mercados, como con Francia.
La industria
textil fue muy importante para Bélgica. Las casas comerciales de la industria
de la lana eran las más importantes de Europa, y contaban con máquinas de hilar
accionadas por energía hidráulica. Se construyeron muchas bombas de vapor, que
se montaron en la minería, talleres textiles, en fábricas siderúrgicas y en la fábrica de cañones de Lieja. Las
minas de carbón fueron las que más utilizaron los motores de vapor y las que
atrajeron el mayor número de empresarios
y capital francés. La industria del algodón creció en Gante y en sus
alrededores, donde se crearon diversos talleres de estampado en algodón, pero
no utilizaban energía mecánica. Un espía industrial logró pasar de contrabando
unas máquinas de hilar, un motor de vapor e incluso trabajadores cualificados
que manejaran las máquinas y las copiaran, empezando así la moderna industria
belga del algodón.
La industria
siderúrgica era tradicional, en la que se usaba carbón vegetal. Tras las
guerras revolucionarias se empezó a construir altos hornos de coque, que fueron
los primeros de la Europa continental comercialmente rentables.
Tras la
revolución belga se produjo una pequeña depresión, que cuando terminó hubo un gran despegue industrial.
Los principales factores fueron que el gobierno mandó construir una red de
ferrocarriles a expensas del Estado, que reactivó a su vez a la industria del
carbón , el hierro y la ingeniería, y hubo también una gran innovación
institucional en la banca y las finanzas. Las empresas de ingeniería belgas
destacaron tendiendo líneas de ferrocarriles en el extranjero, y la instalación
de tranvías y trenes eléctricos.
4.
FRANCIA
En el siglo
XIX tuvo un bajo índice de crecimiento demográfico pero sus resultados de
crecimiento per cápita fueron de los mejores de Europa, pero en términos globales
parecía atrasada. En el aspecto tecnológico no estaba rezagada, más bien al contrario,
incluso estaban a la cabeza en industrias como la hidráulica, el acero, el
aluminio…
El factor que
impidió a Francia seguir el ritmo de otros países fue que estaba involucrada en
grandes cambios como la Revolución Francesa y guerras. Esto supuso la llamada a
fila de gran parte de la mano de obra. La demanda de productos durante la
guerra aumentó la producción de la economía, pero con poco proceso tecnológico.
En la primera
mitad del siglo XIX los artesanos y la industria doméstica producían el 75 % de
la producción industrial total.
Según fue
avanzando el siglo la industria fue evolucionando también, se pusieron los
cimientos de una importante industria de maquinaria e ingeniería y las nuevas
máquinas fueron a las industrias de la lana y el algodón. Las industrias del
cristal, porcelana, química y papel, también crecieron a gran escala, y eran
insuperables en cuanto a calidad y variedad de sus productos.
Antes de 1850
hubo una crisis que paralizó la construcción del ferrocarril y otras obras
públicas, la producción de carbón cayó, así como la de hierro, y las exportaciones
se hundieron ligeramente.
Con el golpe
de Estado de 1851 y la proclamación del Segundo Imperio, el desarrollo
económico del país se reanudó a un ritmo acelerado, debido a las reformas
económicas de la década de 1860, como los tratados de libre comercio y leyes de
liberalización de la asociación. La construcción de ferrocarriles proporcionó
un poderoso estímulo al resto de la economía.
La depresión
de 1882 afectó mucho a Francia debido a factores que no se dieron en otros países
como plagas que afectaron a las cosechas, grandes pérdidas en inversiones en el
extranjero por impagos de gobiernos y quiebras de ferrocarriles. La prosperidad
volvería antes del fin del siglo, con la ampliación de las minas de Lorena y
las nuevas industrias, como la electricidad y el aluminio.
5.
ALEMANIA
Alemania fue
el último de los países industrializados. Pobre y atrasada en la primera mitad
del siglo XIX debido a la escasez de transportes y vías de comunicación, y las
numerosas divisiones políticas, con sistemas monetarios independientes. Sin embargo, antes de la 1ª
guerra mundial, el imperio unificado alemán era la nación industrial más
poderosa de Europa.La evolución de Alemania se puede dividir en tres períodos
casi simétricos.
En el primero,
que va desde principios de siglo hasta 1933, se tomó conciencia de los cambios
económicos que tenían lugar en Gran Bretaña, Francia y Bélgica, y de la
creación de las condiciones jurídicas e intelectuales que eran esenciales para
la transición al orden industrial moderno. Los cambios se inspiraron en la
Revolución Francesa y la reorganización de Napoleón. Se abolió la servidumbre
y los gremios, y se levantaron restricciones
que pesaban sobre actividades comerciales e industriales. También tuvieron el
primer sistema educativo moderno obligatorio y gratuito. La reforma más
importante fue el Zollverein, tarifa arancelaria común para toda Prusia, que
logró abolir las tarifas aduaneras internas y estableció un arancel exterior
fijado por Prusia a todos los demás estados que formaban Alemania.
El segundo fue
un período de imitación, en el que se pusieron los auténticos cimientos de la
industria, las finanzas y los transportes modernos. Hubo gran afluencia de
capital, tecnología y empresas del extranjero. La red ferroviaria se extendió
muy rápidamente y la clave de la industrialización de Alemania fue el rápido
crecimiento de la industria del carbón
En el último,
Alemania accedió a la posición de supremacía industrial en Europa. En este
período se produjo la expansión de la industria alemana en los mercados
internacionales. La producción alemana de acero superó a la de Gran Bretaña en
1895 y en 1914 era el doble. La industria química creció con rapidez, haciendo
mejorar la agricultura y la industria farmacéutica. La industria eléctrica
creció con mayor rapidez que la química, debido a la rápida urbanización , ya
que se utilizó para la iluminación y el transporte urbano, y más tarde en
motores eléctricos.
La industria alemana era grande tanto en
su producción como en sus unidades individuales de producción y adoptaron con
rapidez la estrategia de integración vertical.
Otra característica de la industria
alemana fue el predominio de cárteles, convenios o acuerdos entre empresas
independientes para fijar precios, limitar la producción, repartirse los
mercados o dedicarse a prácticas monopolizadoras y restrictivas de la
conveniencia, que en Alemania estas prácticas eran legales.
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