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lunes, 18 de noviembre de 2013

MODELOS DE DESARROLLO: LOS PRIMEROS PAÍSES INDUSTRIALIZADOS

1.       GRAN BRETAÑA
Fue la <<primera nación industrial>>. Generaba una cuarta parte de la producción industrial del mundo y se convirtió en la primera nación comercial del mundo. A finales del siglo XIX perdió la primera posición de la producción, pero mantuvo su posición en el comercio internacional. Los tejidos, el carbón, el hierro y la ingeniería, fueron los pilares de su economía. Respecto a la industria siderúrgica, Gran Bretaña producía más de la mitad del hierro colado mundial.
La industria textil necesitaba constructores y reparadores de máquinas, la siderurgia producía los suyos, y la industria del carbón necesitaba bombas de extracción eficaces y transporte barato, lo que dio como resultado el desarrollo de la máquina de vapor y el ferrocarril, siendo éste último la industria más relevante del siglo XIX. La industria naval también sufrió grandes evoluciones, pasó de la vela al vapor y de la madera al acero, llegando a producir el 60 % de la construcción naval mundial a principios del siglo XX.
La agricultura era aún la actividad que empleaba mayor cantidad de mano de obra y el servicio doméstico la segunda.
Inglaterra no podía mantener su superioridad por tiempo indefinido al empezar a industrializarse naciones menos desarrolladas pero bien provistas de recursos, como Rusia y Estados Unidos principalmente. Los minerales no ferrosos del país fueron agotándose o competir con los precios más baratos del exterior, pero en la mayoría de los casos esa materia prima más barata la extraían e importan de países como España.
El atrasado sistema educativo de Gran Bretaña pudo tener parte de la culpa del retraso industrial y de las deficiencias empresariales. Gran Bretaña fue el último de los grandes países occidentales en adoptar la escolarización elemental pública obligatoria, fundamental en la mano de obra cualificada. Las pocas universidades inglesas prestaban una atención mínima a la ingeniería y la ciencia.
De todas las grandes potencias, Gran Bretaña era la que más dependía tanto de las exportaciones como de las importaciones para su bienestar material.
2.       ESTADOS UNIDOS
La población creció de manera exponencial en el siglo XIX pasando de 4 millones en 1790 a más de 40 millones de habitantes en 1870, debido al gran crecimiento demográfico natural y la emigración de europeos.
La renta y la riqueza crecieron aún más rápidamente que la población. Los salarios eran más altos que en Europa, y las oportunidades de éxito individual  y las libertades religiosas y políticas contribuyeron a ello. Las causas de este aumento fueron variadas. Una de esas causas era la gran cantidad de tierras y riqueza de recursos naturales disponibles, y otra el rápido progreso tecnológico, debido a la escasez de mano de obra, que dotó de gran importancia la maquinaria, que sustituía a los obreros, tanto en la agricultura como la industria.
A principios del siglo XIX la población estaba repartida a lo largo de la costa atlántica, y la comunicación se llevaba a cabo mediante barcos y unos pocos caminos. Los ríos eran la única vía de acceder al interior. Para eliminar estas barreras, los estados y ayuntamientos, junto a intereses privados, llevaron a cabo un programa de creación de canales y caminos de peaje, que fracasaron en poco tiempo. La causa fue el ferrocarril, que en 1840 tenía más kilómetros construidos que toda Europa junta.
A pesar del rápido crecimiento de los productos manufacturados, en el siglo XIX Estados Unidos siguió  siendo una nación principalmente rural, ya que buena parte de la producción fabril tenía lugar en áreas rurales. El fin de las industrias con base rural fue la llegada de las centrales generadoras de energía eléctrica.
3.       BÉLGICA
La región tenía una larga tradición industrial y adoptó el modelo de industrialización británico. Sus yacimientos de carbón eran de difícil acceso, y en sus cercanías se encontraban minas de hierro, que reducía costes de transporte. Bélgica recibió importantes inyecciones de capital extranjero, así como de tecnología, y tenía una situación privilegiada en ciertos mercados, como con Francia.
La industria textil fue muy importante para Bélgica. Las casas comerciales de la industria de la lana eran las más importantes de Europa, y contaban con máquinas de hilar accionadas por energía hidráulica. Se construyeron muchas bombas de vapor, que se montaron en la minería, talleres textiles, en fábricas siderúrgicas  y en la fábrica de cañones de Lieja. Las minas de carbón fueron las que más utilizaron los motores de vapor y las que atrajeron el mayor  número de empresarios y capital francés. La industria del algodón creció en Gante y en sus alrededores, donde se crearon diversos talleres de estampado en algodón, pero no utilizaban energía mecánica. Un espía industrial logró pasar de contrabando unas máquinas de hilar, un motor de vapor e incluso trabajadores cualificados que manejaran las máquinas y las copiaran, empezando así la moderna industria belga del algodón.
La industria siderúrgica era tradicional, en la que se usaba carbón vegetal. Tras las guerras revolucionarias se empezó a construir altos hornos de coque, que fueron los primeros de la Europa continental comercialmente rentables.
Tras la revolución belga se produjo una pequeña depresión,  que cuando terminó hubo un gran despegue industrial. Los principales factores fueron que el gobierno mandó construir una red de ferrocarriles a expensas del Estado, que reactivó a su vez a la industria del carbón , el hierro y la ingeniería, y hubo también una gran innovación institucional en la banca y las finanzas. Las empresas de ingeniería belgas destacaron tendiendo líneas de ferrocarriles en el extranjero, y la instalación de tranvías y trenes eléctricos.
4.       FRANCIA
En el siglo XIX tuvo un bajo índice de crecimiento demográfico pero sus resultados de crecimiento per cápita fueron de los mejores de Europa, pero en términos globales parecía atrasada. En el aspecto tecnológico  no estaba rezagada, más bien al contrario, incluso estaban a la cabeza en industrias como la hidráulica, el acero, el aluminio…
El factor que impidió a Francia seguir el ritmo de otros países fue que estaba involucrada en grandes cambios como la Revolución Francesa y guerras. Esto supuso la llamada a fila de gran parte de la mano de obra. La demanda de productos durante la guerra aumentó la producción de la economía, pero con poco proceso tecnológico.
En la primera mitad del siglo XIX los artesanos y la industria doméstica producían el 75 % de la producción industrial total.
Según fue avanzando el siglo la industria fue evolucionando también, se pusieron los cimientos de una importante industria de maquinaria e ingeniería y las nuevas máquinas fueron a las industrias de la lana y el algodón. Las industrias del cristal, porcelana, química y papel, también crecieron a gran escala, y eran insuperables en cuanto a calidad y variedad de sus productos.
Antes de 1850 hubo una crisis que paralizó la construcción del ferrocarril y otras obras públicas, la producción de carbón cayó, así como la de hierro, y las exportaciones se hundieron ligeramente.
Con el golpe de Estado de 1851 y la proclamación del Segundo Imperio, el desarrollo económico del país se reanudó a un ritmo acelerado, debido a las reformas económicas de la década de 1860, como los tratados de libre comercio y leyes de liberalización de la asociación. La construcción de ferrocarriles proporcionó un poderoso estímulo al resto de la economía.
La depresión de 1882 afectó mucho a Francia debido a factores que no se dieron en otros países como plagas que afectaron a las cosechas, grandes pérdidas en inversiones en el extranjero por impagos de gobiernos y quiebras de ferrocarriles. La prosperidad volvería antes del fin del siglo, con la ampliación de las minas de Lorena y las nuevas industrias, como la electricidad y el aluminio.
5.       ALEMANIA
Alemania fue el último de los países industrializados. Pobre y atrasada en la primera mitad del siglo XIX debido a la escasez de transportes y vías de comunicación, y las numerosas divisiones políticas, con sistemas monetarios  independientes. Sin embargo, antes de la 1ª guerra mundial, el imperio unificado alemán era la nación industrial más poderosa de Europa.La evolución de Alemania se puede dividir en tres períodos casi simétricos.
En el primero, que va desde principios de siglo hasta 1933, se tomó conciencia de los cambios económicos que tenían lugar en Gran Bretaña, Francia y Bélgica, y de la creación de las condiciones jurídicas e intelectuales que eran esenciales para la transición al orden industrial moderno. Los cambios se inspiraron en la Revolución Francesa y la reorganización de Napoleón. Se abolió la servidumbre y  los gremios, y se levantaron restricciones que pesaban sobre actividades comerciales e industriales. También tuvieron el primer sistema educativo moderno obligatorio y gratuito. La reforma más importante fue el Zollverein, tarifa arancelaria común para toda Prusia, que logró abolir las tarifas aduaneras internas y estableció un arancel exterior fijado por Prusia a todos los demás estados que formaban Alemania.
El segundo fue un período de imitación, en el que se pusieron los auténticos cimientos de la industria, las finanzas y los transportes modernos. Hubo gran afluencia de capital, tecnología y empresas del extranjero. La red ferroviaria se extendió muy rápidamente y la clave de la industrialización de Alemania fue el rápido crecimiento de la industria del carbón
En el último, Alemania accedió a la posición de supremacía industrial en Europa. En este período se produjo la expansión de la industria alemana en los mercados internacionales. La producción alemana de acero superó a la de Gran Bretaña en 1895 y en 1914 era el doble. La industria química creció con rapidez, haciendo mejorar la agricultura y la industria farmacéutica. La industria eléctrica creció con mayor rapidez que la química, debido a la rápida urbanización , ya que se utilizó para la iluminación y el transporte urbano, y más tarde en motores eléctricos.
La industria alemana era grande tanto en su producción como en sus unidades individuales de producción y adoptaron con rapidez la estrategia de integración vertical.

Otra característica de la industria alemana fue el predominio de cárteles, convenios o acuerdos entre empresas independientes para fijar precios, limitar la producción, repartirse los mercados o dedicarse a prácticas monopolizadoras y restrictivas de la conveniencia, que en Alemania estas prácticas eran legales.






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